BARCELONA / Sonya Yoncheva y Airam Hernández, intensidad lírica en la última ‘Norma’ de la temporada
Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 31-VII-2022. Bellini: Norma. Sonia Yoncheva, Airam Hernández, Teresa Iervolino, Marko Mimica, Núria Vila, Néstor Losán. Coro y Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu. Director musical: Domingo Hindoyán. Director de escena: Àlex Ollè.
Final de temporada en el Gran Teatre del Liceu con muy buena respuesta en taquilla para la última función de Norma de Vincenzo Bellini, en la absurda y ridícula producción escénica de Álex Ollè estrenada en el Covent Garden en 2016. En el foso, el director de orquesta Domingo Hindoyán; y en el papel estelar su mujer, la soprano Sonia Yoncheva, que estrenó, por cierto, este desafortunado montaje que llena de crucifijos el escenario y ambienta la trama de la gran joya belliniana, entre curas, militares y fanáticos ultracatólicos, entre banderas, metralletas, sotanas de todo tipo y una Norma en plan papisa que canta la sublime Casta diva con un botafumeiro en movimiento. Un despropósito que en el segundo acto alcanza su punto más delirante con un apartamento de Norma con muebles de Ikea, una superpantalla de televisión y la hija de la sacerdotisa pegando botes sobre un balón mientras Norma y Adalgisa culminan su maravilloso dúo. El abucheo en la función del estreno fue tan espectacular como merecido. En la última, se escucharon algunas risas en los momentos más estúpido. Lo más irritante es que Ollè solo ofrece espectáculo visual, un mamotreto escénico pero no hay nada relevante en la dirección de actores.
Domingo Hindoyán apostó por una dirección impetuosa desde la obertura, más ruidosa que vibrante, sin encanto y con poco dominio del estilo belcantista, al frente de una orquesta que, tras cumplir con nota esta temporada títulos como War Requiem, Pelléas et Mélisande, Woozeck, simplemente cubrió el expediente en esta última función de Norma.
Yoncheva no es una gran Norma, pero resuelve el papel con un fraseo muy intenso y acentos muy callasianos. En Casta diva tuvo momentos de gran belleza expresiva y resolvió con prudencia las agilidades de una escritura belliniana que exige una técnica sin fisuras y un dominio absoluto de la coloratura. Dramáticamente, su actuación fue más, con un dúo con Pollione cargado de expresión e intensidad. A su lado, el tenor canario Airam Hernández salió al escenario afectado por las secuelas de un cólico nefrítico y una medicación que mermó sus facultades. Aun así, actuó con arrojo y salvó la función con un muy notable Pollione, limitado, por razones obvias, en su registro agudo, pero cantado con un fraseo, una musicalidad y un sentido belcantista (incluidas las ornamentaciones en la doble cabaletta). En el segundo acto, junto a Yoncheva, alcanzó momentos de enorme intensidad y emoción lírica.
La mezzosoprano Teresa Iervolino lució un color vocal oscuro, muy atractivo, pero la irregularidad de la emisión, con un registro agudo muy estridente, rebajó el interés de una Adalgisa que, con todo, tuvo momentos de gran calidez expresiva. El solvente Oroveso de Marko Mimica, la notable Clotilde de Núria Vila y el discreto Flavio de Néstor Losán completaron el reparto.
Muy bien el coro del Liceu, que despidió con emoción a uno de sus miembros, el barítono Joan Ramos, que se jubila tras esta función de Norma. La presencia de algún directivo del teatro en el escenario, informando in situ al público de esta despedida, hubiera sido todo un detalle de respeto a las masas estables de la casa, que son pieza clave en la vida del Liceu.
Xavier Parera