BARCELONA / Segundo reparto de “Carmen”: Micaëla triunfante
Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 07-I-2024. Rinat Shaham (Carmen), Leonardo Capalbo (Don José), Jeanine de Bique (Micaëla), Eric Greene (Escamillo), Felipe Bou (Zuniga), Toni Marsol (Moralès), Jan Antem (Dancaïre), Carlos Cosías (Remendado), Jazmine Habersham (Frasquita), Laura Vila (Mercédès), Abdel Aziz El Mountassir (Lillas Pastia). Coro Infantil – Veus Amics de la Unió de Granollers – Coro y Orquesta del Gran Teatre del Liceu – Dirección musical: Josep Pons. Dirección escénica: Calixto Bieito. Georges Bizet: Carmen.
Enero es un mes de gran actividad lírica en Barcelona y en plena “tripledemia” de enfermedades respiratorias, los cambios repentinos en los títulos ofrecidos por el Liceu con doble reparto son más que habituales. En vez de la programada Varduhi Abrahamyan, ausente en dos funciones por razones médicas, cantó en el rol titular la mezzosoprano israelí Rinat Shaham, que fue la protagonista de la función “Under 35”. En algunos casos, los primeros, segundos o terceros repartos suponen una especie de quiniela de artistas en función del necesario descanso de la voz entre funciones o por razones de compromisos de agenda o disponibilidad, pero en otros sí que se perciben notables diferencias artísticas entre el primer reparto y los demás.
Fue el caso de esta Carmen en los roles principales. Rinat Shaham tiene un instrumento potente, con graves corpóreos y facilidad para un fraseo actoral convincente. Sin embargo, su estilo canoro fue algo arbitrario, con sorprendentes caídas en la zona media y sobre todo en las notas más graves, enfatizando las resonancias de pecho, que bien ligadas habrían sido muy remarcables e interesantes. Afortunadamente, mejoró en el acto III y especialmente en el dúo final, donde allí puso toda la carne en el asador, resultando muy convincente como actriz pero demasiado verista como cantante, sin los matices de esa mujer libre y rompedora de cualquier convención social.
El Don José del tenor estadounidense Leonardo Capalbo, aparte de su impecable presencia escénica, no en vano en su aparición junto al mástil recordaba al personaje de Querelle de Brest, de la película homónima de Rainer Werner Fassbinder, si bien vestido de legionario como todos los soldados en esta magnífica producción de Calixto Bieito; excedió sus medios de tenor lírico. Aunque el centro es cálido y engarza bien con la zona aguda, sus intervenciones fueron bastante monótonas, salvo en el aria “La fleur que tu m´avais jetée” que cantó con mejor gusto si bien no se regodeó en el pianísimo escrito por Bizet. La dicción requiere mejoras, especialmente en las “e” cerradas, que emitió demasiado oscuras, aunque en el tercer acto mejoró al encontrarse más cómodo en los celos y la tortura interna del personaje, logrando un correcto resultado.
El Escamillo del barítono Eric Greene fue una pálida sombra de lo que se espera del rol, a causa de una voz bastante gutural, sin atractivo alguno y de problemática colocación que comprometía la proyección.
Afortunadamente la Micaëla de la soprano Jeanine de Bique elevó el nivel con una voz de atractivos armónicos, que ya destacó en su dúo con el tenor del primer acto, si bien ese necesario impacto de calidad llegó en el tercer acto, en su aria “Je dis que rien ne m´épouvante” gracias a la luminosidad en el registro central y agudo, aparte de las frases que cierran la escena primera de dicho acto.
El resultado ambivalente de los cantantes principales tuvo su afortunada compensación con los comprimarios, sobre todo en el quinteto “Nous avons en tête un affaire”, gracias al musical y entregado Dancaïre del joven Jan Antem, al espléndido Carlos Cosías como Remendado y las entregadas Frasquita de Jasmine Habersham, de soberbio agudo en los concertantes del segundo y tercer actos, y la sólida Laura Vila cuya Mercédès fue un prodigio actoral y vocal, en especial en el trío de las cartas del acto III, en el que todas reflejaron ese toque entre trascendente y cómico de la escena que anuncia destinos tan diversos. Eficaces y muy convincentes actoralmente fueron el Moralès del barítono Toni Marsol y el Zuniga del bajo Felipe Bou.
Acertado el coro infantil Veus, en especial en el primer acto y el inicio de la segunda escena del tercer acto, bien apoyados por el coro del Liceo, que supo plasmar un canto contrastado y electrizante en la pelea de las cigarreras y en el desfile de los participantes en el espectáculo taurino.
Josep Pons llevó a la orquesta a un sonido algo excesivo en el preludio, pero luego dio seguridad en las entradas y consiguió un sonido flexible, pulido y que fusionó impecablemente canto y escena, gracias a la reducción al mínimo de los recitados hablados, lo que contribuyó a ese discurso musical tan bien seductor y conmovedor, algo que en Carmen es obligado.
Josep Subirá