BARCELONA / Rudolf Buchbinder, clasicismo en Do mayor

Barcelona. Palau de la Música Catalana. 11-V-2021. Orquesta Sinfónica Camera Musicae. Director y piano: Rudolf Buchbinder. Obras de Mozart y Beethoven.
Una buena sesión de clasicismo vienés nunca está de sobra para el melómano. Suele darse, desde hace ya bastante tiempo, mediante una lectura con instrumentos originales y planteamientos filológico-históricos. Pero sería un craso error pensar que la orquesta sinfónica convencional —eso sí, convenientemente reducida y con criterios estilísticos no anclados en la tradición romántica — y, en este caso, el piano moderno, son instrumentos obsoletos para la música de la Primera Escuela de Viena. El concierto que comentamos es una buena muestra de la vigencia y buenos resultados que se obtienen con esos materiales y criterios. El pianista Rudolf Buchbinder, un exponente característico de la tradición musical y, concretamente, pianística vienesa, fue solista y director —maestro al clave, en fin— de una flexible Orquesta Sinfónica Camera Musicae, en la interpretación de un programa que no podía ser más clásico y vienés: el Concierto para piano y orquesta nº 21 KV 467 de Mozart y el Concierto para piano y orquesta nº 1 op. 15 de Beethoven, ambos en el luminoso tono de Do mayor.
Buchbinder abordó el primer movimiento del concierto de Mozart con un tempo vivo, quizá no tan maestoso como enérgico, prestando a la orquesta una menor atención que a su propio papel como solista, pero suficiente para conseguir un diálogo elegante entre piano y orquesta —con deliciosas intervenciones de los vientos— y para expresar adecuadamente las ricas modulaciones tan sabiamente mozartianas. Su versión del archipopular Andante lo rescató, por su concisa serenidad y por el cuidadoso despliegue de las modulaciones, del uso y abuso del mismo por cineastas saqueadores. Fue, en fin, una versión de honesto Kapellmeister doblado de inspirado y virtuoso pianista.
Junto a esta obra de la madurez de Mozart (creada en Viena, en 1785), no demasiado lejano en tiempo (escrito entre 1795 y 1796, por supuesto en Viena), idéntico en la tonalidad y, por encima de todo, estilísticamente deudor de Mozart y de Haydn, está el concierto de Beethoven. En su brillante versión, quizá menos trabajada que la de Mozart (o quizá, simplemente, porque esta obra juvenil no tiene ciertamente la perfección de la de Mozart), Buchbinder supo reflejar tanto los pasajes en los que Beethoven sigue a sus modelos —más a Hadyn que a Mozart, sobre todo en el tercer movimiento— como los vislumbres, especialmente en el movimiento central, del estilo personal beethoveniano. De nuevo como pianista, Buchbinder estuvo especialmente atento al lucimiento virtuoso dentro de una válida concepción de la obra. En suma, un concierto muy satisfactorio que fue acogido con un aplauso y entusiasmo entregados y generosos por parte de un público que se lo pasó muy bien. Como debe ser.
José Luis Vidal