BARCELONA / Plenitud schubertiana en las manos de un magistral Paul Lewis

Barcelona. Palau de la Música Catalana. 27-04-2023. Paul Lewis, piano. Obras de Schubert.
El pianista Paul Lewis regresó al Palau para ofrecer el segundo programa de su integral de las sonatas para piano de Franz Schubert en dos temporadas consecutivas. El pasado 21 de noviembre iniciaba este recorrido que tuvo en la noche del jueves su segunda jornada en la que ofreció las Sonatas D 840, D 664 y D 845. Los dos recitales restantes de dicha integral se celebrarán el próximo 29 de noviembre y el 15 de abril de 2024.
Esta segunda entrega nos mostró a un Paul Lewis comprometido con el despliegue de juegos sonoros multicolores para plasmar un Schubert poderoso en lo conceptual y prístino en las ideas líricas. Arrancó con el monumental Moderato de la Sonata en Do mayor D 840, ofrecido bajo un impulsivo lirismo que nunca sucumbió ante la monumental arquitectura sonora y el sinfín de modulaciones presentes en el movimiento. Planteó el nostálgico Andante en do menor con meditado intimismo y otorgó una luminosidad contemplativa al bellísimo motivo en La bemol mayor. Una interpretación sin resquicios, elegante, majestuosa; una declaración de sabios principios, de elegancia pianística, que reafirmaba a Paul Lewis como uno de los referentes ineludibles del piano schubertiano.
Ante la intensidad contenida en la Sonata D 840 resultó balsámica la programación de la Sonata D 664, escrita en verano de 1819 y dedicada a la joven Josefina von Koller. Lewis ahondó en el lirismo que desprende esta sonata con un pianismo distendido, dibujando una línea musical repleta de frescura y claridad expresiva. Las inolvidables melodías que contiene esta sonata de Schubert surgían bajo una lectura marcada por la naturalidad de su expresión. Lewis, sin apartar en ningún momento la mirada del teclado, puso su depurada técnica al servicio de unas dinámicas que fluctuaban con el justo grado de intensidad, de unos ornamentos siempre cristalinos, de un legato siempre acompañado por un gusto exquisito. El pianista británico nos había ofrecido en esta primera parte dos caras opuestas del piano de Schubert, ambas interpretadas bajo un prisma de rebosante sabiduría conceptual.
Nada mejor que dedicar la segunda parte del recital a la Sonata en la menor D 845, contemporánea de la D 840, con la que se establecen numerosos paralelismos en el planteamiento temático entre sus primeros movimientos. Lewis nos evocó en su movimiento inicial la multicolor lectura que realizara en esta misma sala en noviembre de 2020, cuando interpretó las Variaciones Diabelli; su potencia sonora, el contraste entre las dinámicas encuadradas en el carácter abrupto por el que discurre su discurso, nunca amilanó el soberbio pianismo del británico. Ahondó en la melancolía, en la vertiente más reflexiva y otorgó toda la dulzura en el tema con variaciones del segundo movimiento. El turbulento Scherzo dio paso a una versión tempestuosa y sombría del Allegro Vivace. Sabiduría interpretativa y elegancia rubricadas ya fuera de programa con una versión contemplativa del Momento Musical nº 6. Un Schubert de muchos quilates.
Lluís Trullén