BARCELONA / OBC y Pintscher: un buen binomio para la ‘Séptima’ de Mahler
Barcelona. L’Auditori. 26-I-2024. Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Matthias Pintscher, dirección. Mahler: Sinfonía nº 7
La OBC dedicaba monográficamente su último programa de conciertos a la Sinfonía nº 7 de Gustav Mahler. El Auditori presentaba una gran entrada, reflejo de la buena sintonía que el público barcelonés mantiene con la música de Mahler, un hecho todavía indisociable de la encomiable labor que llevó a cabo Franz Paul Decker junto a la propia OBC y a la construcción veinticinco años atrás de una sala de conciertos capaz de albergar con total garantía el repertorio sinfónico del compositor austro-bohemio. Volvía a los atriles de los profesores de la OBC la Séptima, una obra ya programada cinco años atrás bajo la batuta del director alemán Markus Stenz y que en enero de 2014 se presentó bajo la dirección del maestro Eliahu Inbal. Ahora, la batuta de Matthias Pintscher debía sacar adelante esta controvertida sinfonía en cinco movimientos y erigirse como guía para este tortuoso viaje de la oscuridad hacia la luz.
Siguiendo la construcción arquitectónica en cinco movimientos como en la Quinta, los poéticos dos Nocturnos constituyen el epicentro de la obra. El aire de vals del Scherzo en re menor, los episodios relacionados con la marcha fúnebre del movimiento inicial o el finale en Do Mayor son un devenir constante de sensaciones que dibujan este “Canto de la Noche”. El gran reto para el director, además de afrontar el propio relato formal, estriba en recalar en el trabajo armónico de la sinfonía; aspecto admirado por Schoenberg y los seguidores de la Segunda Escuela de Viena, en los que se abren nuevos caminos hacia la búsqueda de unas armonías que dan un paso más hacia la tensión tonal.
El director y compositor Matthias Pintscher enfocó su dirección bajo estas dos premisas: claridad en el dibujo formal y atención máxima para la clara difusión armónica. Amante del repertorio contemporáneo, su dirección resulta meticulosa y precisa. No hacía de la excesiva emoción y del entusiasmo su principal argumento en el planteamiento del relato; buscaba la complicidad de unos músicos de la OBC totalmente implicados con una propuesta sumamente detallista en la claridad sonora. Resultó encomiable el trabajo de los oboes en el Scherzo, de la trompa tenor en el movimiento inicial, de la guitarra y mandolina en la segunda Nachtmusik… Pintscher encontraba siempre plena complicidad entre los profesores de la orquesta.
El primer movimiento estuvo rodeado por la búsqueda de una sonoridad oscura, casi fantasmal, controlando los volúmenes sonoros de la marcha secundada por las trompetas y el Allegro con el final en modo mayor, expresado de modo introvertido. Como si se tratara de un Lied sin palabras, en la primera Nachtmusik fraguó una atmosfera velada, para luego entrar en un Scherzo del que sonsacó –con la implicación de unas maderas inspiradísimas– su carácter grotesco y los momentos profundamente íntimos bajo un preciso ritmo ternario como motor del movimiento. Dirección elegante y refinada en una poética versión de la segunda música nocturna, cerró su relato con un Finale triunfal, pero muy comedido en el entusiasmo. Un buen Mahler, con Matthias Pintscher y la OBC implicados en su cometido.
Lluís Trullén