BARCELONA / Muerte de amor en el Palau con un sublime Javier Perianes

Barcelona. Palau de la Música. 5-III-2022. Javier Perianes, piano. Obras de Manuel de Falla, Chopin, Liszt y Wagner/Liszt.

Javier Perianes fue el intérprete escogido por el ciclo de conciertos BCN Clàssics para sustituir al pianista ruso Denis Matsuev en el recital programado para la noche del pasado sábado en el Palau (decisión tomada por la entidad orgnanizadora con rápidos reflejos). El pianista andaluz ofreció un programa que, dedicado en su primera parte a la música de Manuel de Falla, se sumergiría luego en tres obras que toman el tema de la muerte como leitmotiv: la Sonata nº 2 de Chopin, los Funérailles de Liszt y la sublime transcripción que realizó el mencionado Liszt de la wagneriana Liebestod.

Perianes salió decidido al escenario… Un breve saludo y en cuestión de segundos la música del Homenaje (pour le tombeau de Claude Debussy) empezó a surgir del piano con una mágica musicalidad. La calidez transmitida y la refinada atmósfera que impregna la que fuera la primera obra escrita en Granada por el compositor gaditano —originalmente para guitarra—, marcó la senda de un recital que prosiguió con una romántica y profunda lectura de la Seranata andaluza. Perianes, con un piano Steinway expresamente traído al Palau desde la madrileña Casa Hinves, estaba de nuevo alcanzando esa dimensión interpretativa que en tantas ocasiones hemos loado y que, junto a maestros como Joaquín Achúcarro o Josep Colom —quien tampoco quiso perderse este recital del pianista de Nerva—, es referencia obligada de nuestro más elevado pianismo.

Una iluminación tenue del escenario rodeaba, si cabe, de más misterio su paso por la suite de El amor brujo. La sobriedad de La Pantomima y las sonoridades aterciopeladas que Perianes obtuvo con una lenta pero magistral versión de El círculo mágico condujeron a una sugerente lectura de la Danza ritual del fuego —vehemente, embriagadora, precisa en su ritmo, sus trinos y sus complejos saltos—, evocadora de aquellas legendarias recreaciones de Alicia de Larrocha. Perianes culminó su recorrido por Manuel de Falla con la Fantasia Baetica, obra que, como la Danza ritual del fuego, está estrechamente vinculada a la figura de Arthur Rubinstein. Un abanico de sonidos evocadores del color de la guitarra flamenca y una calidez onírica que emanó de un toque sublime en su parte central emergieron, con total entrega interpretativa, en la reexposición temática.

Perianes consiguió que todos cayéramos rendidos ante su derroche de talento, desgranado magistralmente la música de Chopin y Liszt. Es difícil interpretar con más elegancia y refinamiento la parte central de la Marcha fúnebre, ni traducir con mayor precisión y equilibrio sonoro los temibles tresillos en unísono del tenebroso movimiento final de la Sonata nº 2... Un Chopin mayúsculo, romántico y apasionado en el primer movimiento, e impulsivo en su Scherzo fue configurando una sonata en la que no hubo cabida para la más mínima imprecisión técnica. Fue el suyo un discurso pleno de elegancia y poética romántica.

Por la misma senda de perfección interpretativa trascurrieron los Funérailles de Liszt. Graves majestuosos y profundos (con el célebre pasaje de octavas que evoca la parte central de la Polonesa heroica de Chopin), tempo vertiginoso… La potencia inferida en el adagio forte pesante y la perfecta y precisa gradación del sonido en las dinámicas envolvieron toda la tenebrosidad que contiene esta página magistral de las Armonías poética y religiosas.

Este recorrido por la muerte terminó con una sublime recreación de la Liebestod wagneriana en el arreglo de Liszt. El Palau se rindió a Perianes, que, ya fuera de programa, ofreció el Nocturno en Do sostenido menor póstumo de Chopin y el angelical inicio de la Música callada de Mompou.

Lluís Trullén

(Foto: A. Bofill – Palau de la Música)