BARCELONA / La orquesta del Liceu se barroquiza
Barcelona. Gran Teatre del Liceu (Foyer). 13-II-2022. Lina Tur Bonet, violín. Ensemble de Música Antigua de la Orquesta del Liceu. Director y clave: Dani Espasa. Obras de A. Scarlatti, Vivaldi y Haendel.
La sala Foyer del Gran Teatre del Liceu fue escenario del segundo concierto de la temporada de cámara, con un programa dedicado a la música instrumental del Barroco. Sus protagonistas, Lina Tur Bonet como concertino y Dani Espasa desde el clave, al frente del Ensemble de Música Antigua de la Orquesta del Liceu. Un viaje por la música de Alessandro Scarlatti, Vivaldi y Haendel, que, coronada por la chacona del King Arthur de Purcell, trazaba un recorrido a base de fragmentos operísticos y concerti grossi. Espasa explicó, antes de que sonara la música, las claves del concierto, que tuvo como aspecto más destacado el uso por parte de algunos instrumentistas del archetti barrocos, aunque utilizaran instrumentos modernos. Este es el primer paso, según señalaba Espasa, para que en un futuro la orquesta del Liceu tenga una sección de instrumentos originales a la hora de abordar la ópera del período barroco.
La presencia de Tur, una vez más protagonista por su sonido brillante, eléctrico, refinado en el trazo y enérgico en la dicción, y de un impetuoso Espasa hicieron partícipes a la docena de instrumentistas de unas versiones repletas de dinámicas, contrastadas en los efectos de claroscuros y siempre tendentes a la fogosidad.
Como homenaje a un espacio como el Liceu, se programaron tres oberturas de ópera: La donna ancora é fedele, escrita a finales del XVII por Alessandro Scarlatti, la brillante y vibrante L’ Olimpiade de Vivaldi y, para terminar, la Ariodante de Haendel, que, junto a la Suite de danzas de Terpsícore (1734), sirvieron para levantar el telón antes de tres concerti grossi de bellísima factura, pertenecientes a estos tres mencionados compositores.
El Foyer, espacio un tanto frío y estéticamente poco sugerente, es reconvertido en sala para unos conciertos de cámara, iniciativa que nació en la temporada 2018/19. Como feliz contrapartida, se produce una proximidad absoluta con el público, que a lo largo del concierto puede sentir la cercanía de los intérpretes y la intimidad de la música de corte camerístico, que en este caso, espléndidamente interpretaba, mostraba las infinitas de matices que posee el Barroco.
Tur estuvo, por enésima ocasión, espléndida. Entregada, con clara dicción expresiva y con una rotundidad interpretativa pareja a las preciosistas ornamentaciones que especialmente fluyeron en la suite de Haendel (dedicada a la musa de la danza). Su compenetración con Dani Espasa es absoluta. Una simbiosis entre dos talentos que se entienden a las mil maravillas, que comprenden los pormenores de la música barroca y que saben transmitirlos a sus acompañantes de la orquesta.
Brillaron en la eléctrica versión de la obertura de L’Olimpiade, en el preciosismo y elegancia que fluye en el Concierto en Fa Mayor de Scarlatti, y en el Concerto grosso Op. 3 nº 2 de Haendel. Los minuetos y la gavota de esta última obra propiciaron que fagot y oboes dieran rienda suelta a una escalada de virtuosismo en una interpretación en la que el color particular de los instrumentos originales quedaba suplido por una propuesta dinámica y brillante sugerida desde la enérgica dirección de Espasa.
El empaque entre tutti y solistas, y los momentos de lucimiento de las individualidades de la formación nos condujeron, ya fuera de programa, a la purcelliana Chaconne de la ópera dramática (denominación acuñada por el poeta John Dryden), King Arthur, servida con bellísima elegancia y gran dicción expresiva. En definitiva, una iniciativa de índole camerística que va calando en el público y, más aún, si los profesores escogidos de la orquesta del Liceu están acompañados por dos talentos como Dani Espasa y la siempre extraordinaria Lina Tur.
Lluís Trullén