BARCELONA / Kopatchinskaja brilla en el estreno en España de ‘Corpo Elettrico’ de Francesconi
Barcelona. Auditorio. 12–I-2024 Patricia Kopatchinskaja, violín. OBC. Ludovic Morlot, director. Obras de Toldrà, Francesconi, Chaikovski.
La violinista Patricia Kopatchinskaja se convirtió en el foco de atención del primer concierto anual que celebraba la OBC en el Auditori. En esta ocasión ofrecía el estreno en España de Corpo Elettrico para violín y orquesta, de Luca Francesconi, una obra coproducida entre otras entidades europeas por el Auditori, y cuya première la pandemia demoró hasta la noche del viernes. Las propuestas de la extraordinaria violinista moldava, preferentemente focalizas en la música de los siglos XX y XXI, escapan de todo convencionalismo y apuestan por la innovación. Si ya fue aplaudida el pasado mes de octubre en el Auditorio Nacional su interpretación de Las Mil y una noches en el harén de Fazil Say junto a la London Symphony, ahora Kopatchinskaja volvía a Barcelona para cosechar un nuevo éxito tras la celebrada actuación un año atrás en el Palau, cuando abordó el Concierto para violín y orquesta de Stravinsky.
Francesconi ha escrito su Corpo elettrico para Kopatchinskaja, pensando en una violinista capaz de acometer las complejidades sonoras de su versátil lenguaje. El propio Francesconi se dirigió a la audiencia del Auditori para comentar algunos pormenores de la obra referidos a la forma musical y al lenguaje empleado “vivo y actual que nada tiene que ver con el que utilizó Chaikovski en la sinfonía Patética que luego escucharán”. Instrumentos ubicados sobre el escenario y anfiteatro, sonidos amplificados del violín solista reforzados por el empleo de pedales de efectos de distorsión eléctrica, con los que Francesconi hace una alusión a la guitarra Jimi Hendrix; ruptura en definitiva de todo lo que pueda ser tachado de convencional.
En un primer apartado se propone una música que debate entre una lucha imprevisible de toda lógica entre el violín y la orquesta, y tras el colapso aparece la irrupción de sonidos que como impulsos eléctricos rompen el rigor de toda lógica. Amplio espectro de instrumentos de percusión, sonidos producidos por altavoces, distorsiones, virtuosismo a raudales bajo digresiones sonoras, antes de que todo se desvanezca bajo un soliloquio de la solista. Obra que precisa de grandes efectivos orquestas y de un gran trabajo de amplificación y que como en otras obras de Francesconi –quien ya colaboró con La Fura dels Baus con la ópera Quartett– transgrede toda noción preconcebida. Kopatchinskaja transmitió con seguridad y firmeza todas las descargas musicales que produce esta obra que plasma la electricidad como fuerza básica relevante de nuestro cuerpo; magistral ante el envite de esta música transgresora y vanguardista, que debe apreciarse sin prejuicios preconcebidos.
El gran trabajo de Kopatchinskaja estuvo respaldado por el buen engranaje que mostró una OBC cuidadosamente dirigida por un Morlot que dirigió la mayor parte de las energías interpretativas del programa hacia este Corpo Elettrico. Abrió el concierto la bellísima sardana para orquesta Empúries, del maestro Toldrà, fundador de la Orquesta Municipal de la que surgió la actual OBC, y lo cerró la Patética de Chaikovski. Una versión de la Sexta sinfonía sin excesivo pathos emocional, rigurosa en el fraseo, cuidada en los equilibrios entre secciones pero a la que faltó empatía y le sobraron, una vez más, los recurrentes aplausos tras el tercer movimiento. Un concierto en el que Kopatchinskaja se erigió en faro de todas las miradas.
Lluís Trullén
(foto: May Circus)