BARCELONA / Feliz regreso de ‘Il trovatore’ al Liceu bajo la espléndida dirección de Riccardo Frizza
Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 2-XI-2022. Verdi: Il trovatore. Vittorio Grigolo, Saoia Hernández, Ksenia Dudnikova, Juan Jesús Rodríguez, Gianluca Buratto, María Zapata, Antoni Lliteres. Coro y Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu. Director musical: Riccardo Frizza. Director de escena: Àlex Ollè.
El regreso de Il trovatore al Gran Teatre del Liceu, en la coproducción de la Ópera de París y la Ópera de Ámsterdam firmada escénicamente por Àlex Ollé y musicalmente por Riccardo Frizza, ha sido feliz, tanto por el buen nivel vocal del elenco como, sobre todo, por la sensacional dirección de Frizza. Después de la versión concertante, en plena pandemia, bajo la batuta de Gustavo Dudamel, con un discreto reparto encabezado por Yusif Eyvazov, la popular ópera de Giuseppe Verdi ha brillado en el coliseo de la Rambla como siempre debería ofrecerse una ópera, es decir, en una versión escénica y musical de calidad.
Riccardo Frizza —y lo viene demostrando en todas sus apariciones liceístas— es un gran director que domina plenamente este repertorio, sabe acompañar a las voces con delicadeza y exquisita musicalidad, y obtiene un muy notable rendimiento de la orquesta y el coro; la atmósfera tenebrosa del drama verdiano, recreada con atención al color y el impulso dramático, el sentido del ritmo y la teatralidad. Al buen rendimiento orquestal se sumó un coro, probablemente reforzado, que dio brillo a sus intervenciones.
Si en la primera función la soprano Saoia Hérnandez rindió por debajo de sus posibilidades —salía de un fuerte resfriado, pero prefirió no cancelar su actuación—, ha ido recuperado la forma vocal hasta poder lucir sus grandes cualidades en su primera Leonora, con un centro ancho, notable volumen y agudos más notables que su registro grave.
También debutaba en el papel Vittorio Grigolo, con mucho éxito de público, por cierto, aunque su Manrico no es nada excepcional; emisión irregular, cambios de color abruptos para disimular que su voz no tiene la pasta ni el empuje dramático que requiere Manrico. La falta de elegancia y dominio del estilo verdiano pasó factura al tenor en su gran aria y en los dúos, con una línea muy irregular. Salvó la Pira con más arrojo que brillo impactante y la caracterización del personaje tuvo momentos hilarantes a causa de una gestualidad trasnochada.
Juan Jesús Rodriguez, un Conde Luna de voz poderosa y gran temperamento, fue el mejor intérprete de la velada y la mezzosoprano Ksenia Dudnikova fue una Azucena potente, de graves consistentes y centro amplio, pero de agudos gritados y destemplados y dicción imposible. Al solvente Ferrando del bajo Gianluca Buratto, que completaba el quinteto protagonista, se sumaron las buenas prestaciones de María Zapata (Inés) y Antonio Lliteres (Ruiz).
La puesta en escena de Àlex Ollé ambienta la trama en la Primera Guerra Mundial y pone el acento, a veces con demasiado empeño, en la violencia del conflicto bélico. El montaje se salva gracias a la sensacional iluminación de Urs Schönebaum, que crea el adecuado clima tenebroso del drama en el marco de una escenografía, firmada de Alfons Flores, que recuerda al monumento del holocausto berlinés.
Xavier Parera
(Fotos: A. Bofill)
