BARCELONA / Felices confluencias en el último concierto de la temporada de la OBC
Barcelona. L’Auditori. 11-VI-2021. Nancy Fabiola Herrera, mezzosoprano. Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña (OBC). Director: Vasily Petrenko. Obras de Bach/Webern, Schoenberg y Mendelssohn.
Del concierto escuchado la tarde del viernes en el Auditori de Barcelona, con el que se ponía fin a la actual temporada de la OBC, pueden extraerse una seria de buenas sensaciones atribuibles a una feliz confluencia entre la elección de las obras programadas, la solista escogida y el director invitado. Un programa que, pese al eclecticismo estilístico –Ricercare de La ofrenda musical de Bach en la orquestación de Webern, el lied Der Waldtaube de los Gurre-Lieder de Schoenberg y la Sinfonía de la Reforma de Mendelssohn–, congeniaba a la perfección. La elección de una voz maravillosa como la de Nancy Fabiola Herrera resultó del todo acertada para abordar con garantías el citado lied de Schoenberg e invitar a un director como Vasily Petrenko –quien ejemplificó la química absoluta entre una buena batuta y los profesores de la orquesta barcelonesa– resultaron claves para propiciar el excelente desarrollo del concierto.
El interesante programa ponía ya desde el inicio a prueba a la OBC, con el empleo por parte de Webern de la técnica creada por Schoenberg de la melodía de timbres, en la que el material musical permanece inamovible pese al constante cambio instrumental en el desarrollo melódico. El Ricercare a seis voces de La ofrenda musical, paradigma del contrapunto, alcanzó un perfecto equilibrio en los enlaces orquestales, bajo la atenta dirección de Petrenko, siempre vigilante en cuanto a los volúmenes para clarificar el turbador juego polifónico que encierra esta intensa página musical, y propiciar así una lectura absolutamente transparente en el juego de las voces.
Tras hacer referencia a Schoenberg, nada mejor que escuchar una obra de la intensidad del lied Der Waldtaube en su versión de cámara, con toda la tragedia argumental que acompaña el asesinato de la joven Tove, amante del rey Valdemar IV, por orden de la esposa del monarca, la reina Helvig. El color oscuro, el tenebrismo y el dramatismo que encierra este lied perteneciente a la etapa postromántica creativa de Schoenberg fue captado a las mil maravillas por la penetrante voz de Herrera. Su instinto dramático, su emisión poderosa, el color magnífico que abraza su amplia tesitura, la diáfana proyección y un instinto teatral que ha acompañado a tantos de sus personajes operísticos llevados a la escena, con Carmen por encima de todos, cautivó por la intensa expresividad alcanzada.
Escrita para la conmemoración de los 300 años de la Conferencia de Augsburgo de 1530, la Sinfonía de la Reforma, con su primer movimiento triunfal y con el final con constantes referencias a los himnos luteranos que fueron tan recurrentes en la obra religiosa de Bach, permite a las orquestas tener ante sí una página en que la mezcla de espiritualidad y reflexión hacen fluctuar esta intensa media hora de música por unos caminos cambiantes que obligan a una constante atención a la hora de elaborar el discurso interpretativo.
Petrenko propuso una lectura que transcurrió entre en la solemnidad del primer movimiento –haciendo hincapié, con un pianissimo delicioso, en el motivo gregoriano del Amén de Dresde inmortalizado en el Parsifal wagneriano– a la suntuosidad coral del himno Dios es nuestra fortaleza, base del último movimiento, aunque dotando, en una lectura basada en la serenidad y en la majestuosidad, de una claridad clásica a algunos de sus pasajes, que la OCB supo transmitir a las mil maravillas.
Lluís Trullén