BARCELONA / Espiritualidad y energía en la ‘Missa Solemnis’ dirigida por Savall

Barcelona. L’ Auditori. 18-05-2023. Lina Johnson, Olivia Vermeulen, Martin Platz, Manuel Walser. Le Concert des Nations. La Capella Nacional de Catalunya. Dirección: Jordi Savall. Beethoven: Missa Solemnis.
Jordi Savall afrontó por primera vez la Missa Solemnis de Beethoven, una obra definida por el propio director como “titánica, llena de amor, espiritualidad y magia”. La gestación de este proyecto, que Savall ha iniciado después de la grabación de la integral sinfónica beethoveniana, tuvo su punto de partida en la propia elección de los miembros de la orquesta y de las treinta y seis voces integrantes del coro. La selección de intérpretes menores de 39 años escogidos por la Young Orchestra and Choir Professional Academy (YOCPA) y prácticamente la paridad entre hombres y mujeres sobre el escenario, han sido premisas para este proyecto. Figuras como las de la concertino Lina Tur Bonet, Manfredo Kraemer como asistente de concertino, Mauro Lopes, Alba Roca, el violonchelista húngaro Balázs Máté o el trompa Thomas Müller, lideraron, entre otros, Le Concert des Nations.
Dicho proyecto contó finalmente con la participaron de ochenta y ocho intérpretes, de los cuales treinta y ocho fueron seleccionados entre jóvenes procedentes de una veintena de distintas nacionalidades. Entre el 24 y 29 de abril Savall, junto a coro y orquesta, prepararon a conciencia en el Auditori Enric Granados de Lleida esta producción de la Missa solemnis, obra de la que se conmemora el bicentenario de la finalización de su composición.
Nuevo desafío beethoveniano para Savall, quien gestionó la grandeza emocional y espiritual con una dirección enérgica, contundente, atendiendo a un coro impecablemente preparado por Lluís Vilamajó, y una orquesta sólida y conjuntada que una vez más fue “un ejército de generales”, como recordaba recientemente Javier Sarría parafraseando a Charles Burney, al definir a Le Concert des Nations en su reciente paso por Madrid. Más desequilibrios se percibieron en el cuarteto vocal, en el que brillaron la voz límpida e impecable de la soprano Lina Johnson y la calidez de la mezzo Olivia Vermeulen. A un exigido Martin Platz y al consumado barítono Manuel Walser les faltó mayor volumen en la proyección.
La Missa solemnis supone un enorme reto intelectual y espiritual, cuya disparidad de puntos de vista –de Bernstein a Gardiner, de Karajan a Harnoncourt, con Klemperer siempre a la cabeza– nos han sumergido en un amalgama de enfoques. Y Savall pareció virar hacia una interpretación en que lo contemplativo y la fuerte carga espiritual emergieron dentro de una lectura profundamente meditada. Descargó toda la energía en el Gloria in excelsis Deo, cuya indicación de Presto fue llevada al límite de vivacidad y exigencia por voces e instrumentistas. Demandó una fuerza hercúlea en el Osanna in excelsis del Sanctus; desprendió un meticuloso dominio del equilibrio armónico en el Crucifixus y recaló en el tono piadoso del Qui propter. Digno de elogio resultó la grandeza que emergió del coro en la compleja fuga sobre las palabras In gloria Dei Patris. Amen. Fueron asimismo impactantes los abruptos relieves de sonoridades con los que Savall trató la transición entre el Miserere nobis y el Dona nobis pacem con su respectivo contraste entre la tonalidad de si menor y su tono relativo de Re mayor.
La espiritualidad que en todo momento buscó Savall tuvo una fiel aliada en el violín de Lina Tur, soberbia en el Benedictus, donde se alcanzó el punto más trascendental de esta versión de la Missa. La profundidad conceptual, la plena conjunción establecida entre la intensidad de la música de Beethoven y la unción fueron aspectos innegociables para un Savall entregado. El director igualadino parecía hacer suya la dedicatoria que reza en la partitura autógrafa de Beethoven: “Von Herzen – möge es wieder zu Herzen gehen!” (Desde el corazón: ¡que vaya al corazón¡).
Reconocimiento unánime del Auditori para un Savall que con esta Missa Solemnis nos ha convencido más que su visión ofrecida de la integral sinfónica beethoveniana. Veremos qué nos depara su futuro encuentro con Fidelio.
Lluís Trullén
(foto: May Zircus)