BARCELONA / Concierto de alto voltaje con los hermanos Jussen

Barcelona. Palau de la Música Catalana. 18-I-2022. Lucas Jussen y Arthur Jussen, piano. Miembros de la Orquesta Filarmónica de Berlín. Obras de Dvorák, Poulenc, Ravel y Saint-Saëns
Escuchar a los jóvenes hermanos Lucas y Arthur Jussen es en sí mismo un espectáculo que, merced a su estilo impulsivo, su vehemente gestualidad corporal y sus expresiones faciales, trasciende a unas lecturas que ya de por sí contienen un alto voltaje musical. Si a ello unimos la presencia sobre el escenario del Palau de nada menos que de ocho instrumentistas de la Orquestra Filarmónica de Berlín para ofrecer un programa diseñado a las mil maravillas y culminado con la versión original para conjunto de cámara y dos pianos de El carnaval de los animales de Saint-Saëns, los resultados son excepcionales. No es de extrañar que las casi ochocientas personas que tuvieron la fortuna de presenciar el concierto salieran encandiladas.
Sobre el escenario, los ‘filarmónicos’ se prestaron a entrar al juego de los hermanos holandeses, con el magistral clarinete de Wenzel Fuchs como instigador para arrancar los aplausos y más de una sonrisa entre el público y hacer degustar una versión del Carnaval repleta de sensibilidad —maravillosa Solène Kermarrec en su Cisne o L’ Éléphant descrito admirablemente por el contrabajo de Gunars Upatnieks— o de momentos mágicos como el Acuario, en el que la fusión entre el sonido onírico del glockenspiel de Simon Rössler y las harmonías servidas por unos admirables hermanos Jussen crearon una atmósfera de impactante belleza. Los músicos, siempre esbozando una sonrisa en sus rostros, disfrutaban con este regalo musical legado por Saint-Saëns y creaban una versión impulsiva, a la par que refinada, efectista y de una elevada exigencia artística, premisa innegociable que se le supone a todo instrumentista de la Filarmónica berlinesa.
El concierto tuvo su punto de partida con el Quinteto para cuerda de Dvorák. Los violines de Luíz Fïlíp Coelho y de Álvaro Parra, la viola de un músico como Joaquín Riquelme (muy conocido por el público barcelonés tras su paso por la OBC), junto a Kermarrec y Upatnieks, ofrecieron una versión del Quinteto dotada de una gran intensidad sonora, casi sinfónica por su sonido, de fraseos amplios, corpórea a la par que sutil, y que describía esa atmósfera romántica que surge del melodismo lírico de esta maravillosa página camerística.
A continuación, los hermanos Jussen en solitario dieron paso a la música francesa, representada por la Sonata para piano a cuatro manos de Poulenc y su ya conocida versión de Ma mère l’Oye de Ravel, incluida en su grabación Jeux. Los obstinados de un rítmica que no escapa de la influencia stravinskiana, los sonidos muy propios de Satie y los motivos melódicos repetitivos crean en esta breve página de Poulenc una amalgama de sensaciones que les sienta como anillo al dedo a los hermanos Jussen. Estos ofrecieron una versión enfocada a la plasticidad, a los sonidos enfáticos, a una perfecta simbiosis como si se tratara de una coreografía gestual cuyo fin de último era congeniar en la búsqueda de una idéntica expresión musical. La siempre deliciosa narrativa de suite Ma mére l’ Oye, con su evocación a La bella durmiente (es decir, La bella y la bestia) y al maravilloso exotismo de las Pagodas confiere a esta obra un sentido mágico y evocador que los hermanos Jussen destilaron con encanto, precisión y sonoridades altamente sugerentes.
Lluís Trullén