BARCELONA / Chaikovski, sin azúcares añadidos
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 09-V-2019. Behzod Abduraimov, piano. Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. Director: Yuri Temirkanov. Obras de Chaikovski.
Un monográfico Chaikovski a cargo de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo y el veteranísimo Yuri Temirkanov —con el Concierto para piano nº 1 y la Quinta sinfonía en los atriles—, es un auténtico placer melómano con el peso de la mejor tradición rusa como valor añadido. De entrada, la ubicación de los instrumentos de cuerda en el escenario, a la rusa, con los violonchelos en el centro del escenario, flanqueados a la izquierda por los poderosos contrabajos, otorga un peso y un relieve espectacular a la cuerda grave, con un sonido terso, con cuerpo, que permite disfrutar detalles primorosos de la sabia orquestación de Chaikovski. Y en su regreso a la temporada de Palau 100, demostraron que siguen siendo una referencia ineludible en este repertorio.
Bezhod Abduraimov, el joven y talentoso pianista de Uzbekistán, se apuntó un rotundo éxito personal ofreciendo una versión con detalles personales de una obra tan famosa como el primer concierto de Chaikovski. Sus cualidades son las de un coloso del piano en ciernes, de técnica fulgurante, capaz de deslumbrar con un sonido potente y un fraseo sin afectaciones. No se queda Abduraimov en el fuego de artificios; tras un primer movimiento arrollador, con episodios vertiginosos en los que la digitación clara y precisa del solista cortaba el aliento y un Allegro con fuoco final de explosivas dinámicas, la belleza sonora y el lirismo intenso deparó momentos mágicos en el Andantino semplice. Fue una gran versión y no solo por el virtuosismo del solista, porque, lejos de la rutina, Temirkanov brindó un acompañamiento tan seguro como atento a los detalles de la magistral escritura orquestal del célebre compositor ruso.
Temirkanov resaltó con satisfacción esos matices en una lectura honda y serena de la Sinfonía nº 5 construida sin premuras, con unos tempi que responden a la lógica implacable de un relato sinfónico en el que, tras la belleza melódica y el vuelo rítmico, siempre acaba asomando su rostro ese hondo dramatismo, esa agitación permanente que muestra la tristeza y amargura que marcó su vida. Y todo ello lo hace Temirkanov con un rigor que muestra la solidez de la arquitectura sinfónica y la brillantez orquestal de Chaikovski sin añadirse la más mínima sobrecarga de azúcar; hay tradición, orgullo y profundo respeto al valor de esta música, que tocan con un emoción intensa, sin asomo de cursilería. El bellísimo Andante cantabile, con un magnífico solista de trompa, joven, pero no tan jovencísimo como el sorprendente solista de tuba, que estuvo magnífico en todas sus intervenciones.
Añadamos esa brillantez natural de los vientos, con un punto de agresividad y pasmosa precisión, la flexibilidad y sentido cantabile de las maderas y la rotunda percusión que aseguró una versión exuberante y emocionante de la Quinta que el público agradeció con bravos y aplausos atronadores. Temirkanov cerró la velada con el encantador Salut d´amour de Elgar interpretado, al igual que Chaikovski, sin azúcares añadidos.