BARCELONA / Buchbinder y Beethoven: destellos de grandeza

Barcelona. Auditori. Viernes 21, sábado 22 de febrero de 2020. Festival Beethoven 250. OBC. Rudolf Buchbinder, director y piano. Programa: Integral de los Conciertos para piano de Beethoven.
Había pasado un lustro desde que el pianista austriaco Rudolf Buchbinder maravillara al público del Auditori con su integral de conciertos para piano de Beethoven dentro de la temporada de la OBC. De modo que nada mejor para este Festival Beethoven 250 que repetir la experiencia y poder disfrutar en dos sesiones del ciclo completo de la mano de un artista que ha consagrado su vida a la obra del genio de Bonn, tras casi sesenta años en el escenario e infinidad de integrales de las 32 sonatas y del ciclo de conciertos, que próximamente repetirá junto a la Sinfonietta Cracovia, la Sinfonica Nazionale della Rai, la Bamberger Symphoniker y la Mariinsky Orchestra de San Petersburgo.
Escuchar a Buchbinder supone recalar en aquellas interpretaciones que, como las de Brendel, Kempff, Barenboim, Pollini, Lupu o Schiff, contienen un punto de trascendencia con un pianismo que ilumina por su clase y su magistral dominio de la sonoridad y la estética planteada. Y no cabe duda de que a lo largo de la integral hubo destellos de una belleza incuestionable, como la frescura que otorgó al Rondó del tercero de la serie o la nitidez clásica, de perfecta proporción y toque prístino, que fluía en una intachable y deliciosa recreación del op.15 en Do Mayor. Pero también hay que señalar en el debe un planteamiento algo marcial y excesivamente objetivo del segundo y cuarto de la serie -conciertos que abrieron la primera parte del programa en la noche del viernes- que no terminaron de alcanzar la excelencia a que nos tiene acostumbrados. Surgían aquí y allá momentos de genialidad, de bravura –magistral la cadenza del cuarto, con sus temibles trinos- pero el íntimo diálogo entre la orquesta y el solista del inolvidable segundo movimiento se encallaron en un cierto hermetismo, una rigidez que desembocó en un planteamiento canónico en lo técnico aunque ayuno de vuelo expresivo.
Quizá fue el primero de la serie el que nos deparó los momentos más espléndidos de la integral, con una OBC que supo exhibir un sonido brillante y fresco, haciendo que el público del Auditori gozase con una interpretación de alto voltaje. Por su parte, el quinto concierto, el conocido como Emperador, pecó por momentos de un exceso de volumen orquestal y de ciertas imprecisiones en las entradas, aunque el pianismo de Buchbinder nos reservó pasajes de una magia incontestable: la majestuosidad de un Allegro repleto de bravura que hacía honor a la tonalidad de Mi bemol, la justa medida de pulsación en el picado-ligado de las deliciosas notas del Adagio, o la energía que brotaba de un Rondo radiante, dieron buena cuenta del gran dominio de Buchbinder del universo beethoveniano.
Una integral titánica –que en la matinal del domingo quedó completada con una nueva interpretación del tercero y quinto de la serie- dedicada a la memoria de quien fuera concertino de la OBC entre 1995 y 2008 Ángel-Jesús García, recientemente fallecido.