BARCELONA / Apagada ‘soirée’ liceística con Magdalena Kožená, Simon Rattle y amigos
Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 29-VI-2022. Magdalena Kožená, mezzosoprano Simon Rattle, piano. Obras Chausson, Stravinsky, Strauss, Ravel, Brahms, Dvořák y Janáček.
Faltó calibrar con mayor precisión todo el ensamblaje para que la soirée musical propuesta por Magdalena Kožená y Simon Rattle en el Gran Teatre del Liceu terminara por alcanzar el éxito esperado de antemano. Ni el debut de Rattle en el coliseo barcelonés, acaecida en su faceta de pianista acompañante, ni la sugerente voz de su esposa, Magdalena Kožená, junto a seis extraordinarios instrumentistas, encandilaron a un público que ocupó la mitad del aforo. El programa no brindaba ninguna concesión a la ópera, a pasajes líricos de bravura o incluso a alguna aria barroca —especialidad de Kožená— que magnetizara de antemano al público liceísta.
El planteamiento del concierto —sumamente idóneo para un recinto de menor aforo— repasaba canciones que Brahms y Strauss dedicaron al personaje shakespeariano de Ofelia precedidas de Chanson perpétuelle op. 37 de Ernest Chausson, con el desamor y también suicidio como hilo argumental de esta maravillosa canción que la recordada Jessye Norman realizara recreaciones inolvidables. Junto al lied alemán y la chanson francesa, el recital ofrecía también un repaso por obras de Janácek y Antonin Dvořák, concretamente sus desoladoras Cigánské melodie op. 55 que narran de la persecución sufrida por el pueblo gitano.
La mezzosoprano cantó con nobleza, con bella expresividad haciendo gala de un centro vocal repleto de matices, pero con una media voz que no permitía disfrutar de la amplitud de su gama de registros. Cantó con límpida precisión las serialistas Three songs from Shakespeare de Stravinsky para mezzo, flauta, clarinete y viola, y por supuesto captó toda la atmósfera y exotismo que rezuman las románticas y sugerentes Trois chansons madécasses de Ravel.
El momento álgido del concierto se alcanzó con Zwei Gesänge op. 91 de Brahms para contralto, viola —con un espléndido Amihai Grosz— y piano con un Simon Rattle que regaló en su faceta poco habitual de pianista unos momentos de brillante musicalidad; Kožená desplegó toda su voz en el Adagio espresivo del Gestillte Sehnsucht en que la melancolía y complejidad técnica precisa en su ejecución dieron paso a una sensacional versión de la Canción de cuna espiritual bajo palabras de Lope de Vega. Un concierto que más propicio para un recinto íntimo y que concluyó con la delicada exquisitez de Kožená cantando el sublime Morgen de Richard Strauss.
Lluís Trullén
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