BAEZA / Elogio del motete

Baeza. Capilla de San Juan Evangelista. 21-XI-2020. XXIV Festival de Música Antigua Úbeda y Baeza. El León de Oro. Director: Marco Antonio García de Paz. Obras de Guerrero, Lobo, Morales, Navarro, Ortiz, Robledo y Victoria
Para abrir el ciclo principal de conciertos de la vigésimo cuarta edición del Festival de Música Antigua Úbeda y Baeza (FEMAUB) se ha contado con El León de Oro, uno de los coros señeros de nuestro país, interpretando un programa titulado Margarita pretiosa, en alusión a palabras del texto contenido en el motete a cinco voces Simile est regnum de Melchor Robledo, maestro de capilla de la Basílica de El Pilar de Zaragoza durante más de quince años (hasta su fallecimiento en 1586). Marco Antonio García de Paz ha querido bajo esta denominación hacer un verdadero florilegio del repertorio coral del Siglo de Oro español recuperando autores que merecen compartir la gloria junto a ese superlativo trío de polifonistas integrado por Victoria, Guerrero y Morales.
A primera hora de la tarde, los componentes de esta coral asturiana se situaban delante del altar mayor de la Capilla de San Juan Evangelista para verdaderamente deleitar al público, que ocupaba dicho templo anexo a la antigua universidad baezana, con las primera vocalizaciones de la obra a cinco voces, Ave, Virgo sanctissima del sevillano Francisco Guerrero, que sirvió de pórtico del programa. La primera impresión causada en un oyente atento fue la de una perfecta diferenciación entre la pulsión métrica que surgía de las manos del maestro García de Paz y la fluida interacción de las voces en sus repeticiones generando, en conjunto, una muestra vocal de excelente resultado en el que unas apoyaban a otras alternándose en llevar la línea musical para crear un efecto sonoro de gran contraste, sin dejar en momento alguno de percibirse las curvas melódicas de cada registro con una magistral independencia y libertad y, a la vez, en perfecta conjunción armónica. Se podría decir que en este cuidado proceder está el secreto de la manera de cantar de este espléndido coro.
Del hispalense Juan Navarro, de alguna manera impulsor a su paso por la catedral de Ávila de la genialidad musical de Tomás Luis de Victoria, cantaron Laudate Dominum a cinco voces que expusieron con acentuaciones de gran condensación expresiva en sus registros medios. Después aparecía de nuevo Francisco Guerrero con una de las obras más apreciadas del programa, Incipit Lamentatio, con la que el director plasmó en el espacio una transparente construcción con sus manos, dando paso a la susodicha obra de Melchor Robledo.
A partir de este autor, el programa fue adquiriendo trascendencia como ocurría con una de las obras maestras de Alonso Lobo, el elegíaco motete a seis voces Versa est in luctum, compuesto para las exequias de Felipe II, que fue interpretado con hondura y solemnidad. La última aparición de Guerrero fue con su Magnificat quarti toni que requirió una pequeña modificación en la situación de algunos de los cantores de los registros medios. La actuación enfilaba su recta final con el motete a seis Sancta et immaculata del toledano Diego Ortiz, maestro de capilla en el virreinato de Nápoles, que significó volver la mirada a una polifonía de elevada sutileza. Para terminar, Cristóbal de Morales y Tomás Luis de Victoria aparecieron en una sola ocasión cada uno compartiendo título de obra, Regina caeli, a seis y ocho voces respectivamente. En el primer caso hubo una lograda combinación de paráfrasis y canon, en la segunda toda una apoteosis coral que dejaba una sensación de plenitud en el oyente, confirmándose la excelencia de este coro, fiel traductor del sentido musical y sensibilidad del maestro García de Paz, su fundador hace ya dos décadas, que, con esta actuación y como elogio, ha enaltecido el motete como forma esencial de la composición polifónica.