BADAJOZ / Ludovice Ensemble: desdenes ibéricos

Badajoz. Catedral. 29-V-2021. Festival Ibérico de Badajoz. Ludovice Ensemble. Eduarda Melo y Joana Seara, sopranos. Director y clave: Fernando Miguel Jalôto. Obras de Rincón de Astorga, A. Scarlatti, Seixas, De la Te y Sagau, G. Bononcini y De Almeida.
Desde el punto de vista cultural y, más en concreto, musical, la ‘Raya’, la frontera entre Portugal y España nunca existió a lo largo de los siglos. La circulación de músicos a un lado y otro de esa línea imaginaria fue siempre muy intensa y a ello se sumó la activa política matrimonial entre las casas reales de ambos países, con el trasvase consiguiente de músicos, músicas e influencias artísticas. A esta ósmosis musical se dedicó el soberbio recital en el que el Ludovice Ensemble (sin duda el mejor grupo barroco portugués) ofreció una bellísima selección de dúos ibéricos e italianos conservados en manuscritos portugueses de la primera mitad del siglo XVIII. Nada mejor para ilustrar el espíritu de este Festival Ibérico con el que la Sociedad Filarmónica de Badajoz mantiene, pese a las circunstancias y al insuficiente apoyo institucional, bien alta su bandera.
Emanuel Rincón de Astorga (1680-1757?) es una muestra de esa koiné musical de la que hablamos. Siciliano de orígenes españoles, se paseó en su accidentada vida (siempre movido por intereses políticos) por Lisboa y por Madrid, dejando en la capital del Tajo una refinadísima colección de cantatas de cámara que está pidiendo a gritos una grabación integral. Dos de esas cantatas a dúo dieron buena muestra del sutil arte de retórica barroca que atesoran estas piezas, servidas de manera inmejorable. Melo y Seara son dos sopranos de perfecta técnica de emisión y adecuación total con el estilo, que las lleva a controlar la emisión, a dosificar el vibrato, a acentuar con auténtica intención expresiva y, sobre todo, a articular de manera clara e inteligible incluso en las piezas en castellano (magnífica cantata del barcelonés Jaime de la Te y Sagau, que publicó en Lisboa más de un centenar de ellas que también claman por una mayor difusión). La complementariedad entre ellas fue total, pues el timbre más brillante de Seara encontraba su perfecto contraste en el más sombreado de Melo, de manera que los entrelazamientos entre ambas voces devenían una auténtica fiesta para los oídos. La ornamentación fue siempre imaginativa, sobria y con pleno sentido atado a las palabras, materia ésta de adecuación del fraseo al texto (tan esencial en el barroco) en la que sobresalieron, remachando con retenciones o regulaciones palabras como “susurrando” o “scherzando”, por ejemplo; por no hablar de su manera de matizar en los recitativos. Su vocalidad virtuosística cuajó en momentos espectaculares, como en la cantata de Giovanni Bononcini Pietoso nume arcier.
Con un clave copia de Rucker construido por Titus Crijnen en Sabiñán, de sonido muy claro (algo débil en los agudos), Jalôto realizó un acompañamiento lleno de imaginación y de creatividad, máxime cuando uno compara lo que está escrito en la línea del continuo y lo que sale de las manos del clavecinista. Pero su dominio del teclado y del estilo se evidenció especialmente en las sonatas de Carlos Seixas con las que fue alternando los dúos vocales. Aquí el discurso claro que permitía escuchar todas las voces con nitidez se unía a la precisión en la pulsación y a la continuidad en el fraseo, alternando el virtuosismo necesario en los movimientos rápidos (algunos, precursores del espíritu del Sturm und Drang) con el lirismo poético de los lentos, en los que un sutil rubato conseguía crear momentos de suspensión y de embeleso.
Andrés Moreno Mengíbar