BADAJOZ / Estreno maestro de Sánchez-Verdú

Badajoz. Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC). 25-I-2020. Sánchez-Verdú, Khôra, para cuarteto de saxofones y acordeón microtonal (estreno absoluto del ciclo completo). Sigma Project. Iñaki Alberdi, acordeón.
José María Sánchez-Verdú (Algeciras, 1968) es desde hace ya bastantes años una de las figuras mayores de la nueva música española y europea. Su obra, emocionante y preñada de saberes, talento y personalidad, arraiga en lo más sutil y recóndito de la mediterraneidad. Ahora, en el marco inmejorable del undécimo Ciclo de Música Actual de Badajoz, y en el espacio ideal del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, ha estrenado con carácter absoluto la versión completa de Khôra, monumental ciclo de casi setenta minutos y resonancias platónicas, para cuarteto de saxofones y acordeón “microtonal”.
La gestación de Khôra se prolongó entre 2013 y 2019, y comenzó su singladura precisamente en Badajoz, cuando en 2013 se estrenó el primero de sus nueve números. “Ahora el ciclo se cierra precisamente donde comenzó, con la primera audición íntegra”, dijo Sánchez-Verdú en las palabras llanas que introdujeron el estreno, protagonizado por sus destinatarios: los cuatro saxofonistas de Sigma Project y el acordeonista Iñaki Alberdi. Con semejante compositor y con tal trasfondo e intérpretes es fácil adivinar que lo ocurrido el sábado en la capital extremeña fue una experiencia musical y vital de muy primer orden.
Sánchez-Verdú es dueño de un lenguaje inconfundible. El refinamiento, la querencia por el matiz y el detalle, el dominio de un oficio que él quiere artesanal –sus partituras manuscritas son, además de música, poemas plásticos- y una sensibilidad contenta de moldearse y recrearse en sus horizontes anímicos son pilares que sustentan, enmarcan y nutren esta nueva cima de su catálogo cuantioso y escogido.
No es baladí el origen etimológico del ciclo: fue Platón quien acuñó el término Khôra, cuyo concepto Sánchez-Verdú explica que “nos sitúa en el campo del espacio, y nos enfrenta al mundo dual del logos y del mito. Khôra es, en este sentido, una suerte de ‘nodriza’, de ‘matriz’, y ocupa un lugar que no puede definirse más que ambiguamente”. Tampoco es casual que para materializar las sonoridades propias que reclama la imaginación del creador, éste recurra a un uso instrumental –tanto del acordeón como de los saxofones- absolutamente novedoso, incluso que invente lo que él ha llamado “saxofón egipcio”, resultado de añadir –para la interpretación de Khôra V- a los saxofones tenores un tudel de fagot y una caña de fagot barroco. El aspecto sugiere más, sin embargo, a las diosas serpientes cretenses, habitantes minoicas de ese Mediterráneo azul e inspirador tan latente en el transparente universo del compositor algecireño.
Sánchez-Verdú esquiva la tentación del saxofón brillante y efectista para indagar y obtener sonoridades, efectos, planos, registros, armonías, sugestiones policromías propias de ese lenguaje límpido, cristalino, arcaico y novedoso a un tiempo que tanto distingue a estas nueve páginas, cada una con vida propia, ahora inscritas en un mosaico homogéneo, de escrituras “que ocupan espacios ambiguos y en transición, como contenedores de un pensamiento no aprehensible, de un universo de reflexión y cuestionamiento”, por utilizar las palabras del autor.
Más que estrenar Khôra, los cuatro componentes de Sigma Project se convirtieron ellos mismos, sus saxofones soprano, tenor y bajo, en parte indisociable de la obra de la que son destinatarios. No cabe conjeturar interpretación más involucrada. Musical y escénicamente; anímica y físicamente. Más que un cuarteto, Sigma es un único instrumento, un solo sentir. Descalzos, sintiendo el contacto de la tierra y de las vibraciones de un sonido que se expandía en el ideal espacio museístico;, ataviados de un blanco inmaculado que entonaba a las mil maravillas con una recreación pictórica del Cristo velazqueño que había como fondo, y junto al acordeón preparada (de forma microinterválica en su sistema de lengüetas) del coloso Iñaki Alberdi, que tocó en Horos II y en parte de Khôra V de forma tumbada, con el instrumento invertido. Ni siquiera tanto virtuosismo y cúmulo de virtudes pudieron imponerse sobre la subyugante fuerza comunicativa y sensorial que atesora la nueva obra maestra en manos de sus maestros intérpretes.
(Foto: Santiago García)