BAD WILDBAD / La eléctrica ‘Italiana in Algeri’ de José Miguel Pérez-Sierra
Bad Wildbad. Kurtheater. 28-VII-2024. Rossini a Wildbad – Belcanto Opera Festival. Dogukan Özcan, Polina Anikina, Hyunduk Kim, Francesco Bosi, Oksan Vakula, Emmmanuel Franco… Dirección de escena: Jochen Schönleber. Dirección musical: José Miguel Pérez-Sierra. Gioacchino Rossini: L’Italiana in Algeri.
Al día siguiente de una deliciosa representación del travieso Comte Ory en el marco del Rossini in Wildbad – Belcanto Opera Festival, tuvimos la suerte de asistir a una no menos divertida y lograda Italiana in Algeri, en el bello marco del Kurtheater (200 localidades), mucho más agradable a la vista y al oído que la desgarbada y desagradable Trinkhalle de al lado, desgraciadamente mucho más utilizada porque puede acoger al doble de espectadores.
Como el día anterior, y para cada espectáculo presentado en versión escénica, es de nuevo Jochen Schönleber quien se encarga de la puesta en escena, con tanto humor y acierto como el día anterior. La estrechez de la sala dificulta aún más el montaje de una escenografía elaborada, y es con muy pocos elementos con los que el director de escena alemán da vida a esta Italiana que se traslada al norte de África durante una carrera París/Dakar en la que participa Isabella. Pero la mujer se queda sin gasolina en plena carrera (aunque en una ciudad…) al volante de su Fiat con los colores de Italia. Mustafá, que regenta un Döner Kebap en la zona, acoge a la desamparada y se enamora de ella. Si no la letra, el espíritu se mantiene, y los gags se desbordan.
La mayoría de los cantantes son jóvenes talentos de la Academia BelCanto del Festival Rossini de Bad Wildbad (dirigido este año por la leyenda del canto rossiniano Raúl Giménez), donde pueden desarrollar su potencial vocal con las partes vertiginosamente rápidas que abundan en la ópera bufa. Todos encajan en este ritmo frenético del primero al último. Francesco Bossi, joven barítono italiano, es uno de los mejores descubrimientos en el papel de Haly gracias a su increíble interpretación y a su voz timbrada y magníficamente proyectada. En el rol del engañado barón, Emmanuel Franco retrata a Taddeo con un timbre soberbio, una voz amplia y ágil y una interpretación igualmente hilarante. Pero es el bajo turco Dogukan Özkan la revelación del espectáculo, encarnando a un encaprichado Mustafá cuya interpretación y canto son inimitables: saca adelante con facilidad los diabólicamente volubles y virtuosísticos staccati del papel; sin alardes, resopla en los trinos, hace muecas sonoras sin perjuicio de la música. Es un tirano contento de serlo, temible e ingenuo. El Lindoro del tenor coreano Hyunduk Kim posee una gracia rossiniana en la voz y agilidad, dos cualidades que le permiten un perfecto “Languir per una bella”, con toda la suavidad requerida en los agudos de su gran aria.
A pesar del papel demasiado breve de Zulma, la mezzo española Camilla Carol Farias revela la belleza de un timbre prometedor. En cuanto a la soprano ucraniana Oksana Vakula, es una hermosa Elvira, exasperada, desesperada y conmovedora incluso en su histeria de mujer sometida al capricho de un hombre: bajo el velo de la bouffe, el drama. Como la astucia es el arma de los débiles, Isabella será la vengadora de la mujer pagando al hombre: la mezzo rusa Polina Anikina, con su plasticidad de ensueño y una voz voluptuosa y aterciopelada, redonda, profunda, carnosa, igual en todos los registros, con unos agudos deslumbrantes, la retrata, elegante, picante, traviesa, burlona, mimosa, sensual, para morirse de risa. Interpreta las vocalizaciones más acrobáticas de Rossini con detalles nacarados y entrecortados, con una precisión y una musicalidad admirables.
En el foso, el director español José Miguel Pérez-Sierra –al frente de la Orquesta Szymanowski de Cracovia (presente en todos los conciertos o actuaciones con orquesta del festival) – sujeta su batuta como un látigo, cabalgando con maestría sobre esta música dirigida a velocidad de vértigo: sin pausa, pero tierna y voluptuosa en las arias amorosas.
El tempo es estimulantemente vital, eléctrico y dinámico. Sobre un fondo de cuerdas transparentes, saca a relucir los piccolos chirriantes, las flautas inteligentes y afiladas, en resumen, todo el humor picante de Rossini, con un diseño claro y cincelado y un sentido de la dinámica trepidante y agitado: todo está ahí en su ligereza juvenil y vigorizante. ¡Bravi tutti!
Emmanuel Andrieu
(foto: markowski.photo)