ÁMSTERDAM / Perianes y el Quiroga: una bella historia

Ámsterdam. Muziekgebow. 16-XI-2019. Javier Perianes, piano. Cuarteto Quiroga. Obras de Ginastera, Granados y Brahms.
¡Javier Perianes y el Cuarteto Quiroga! Daba gusto escuchar y ver a un cuarteto y un pianista español triunfar en la muy musical Ámsterdam, ante un público curtido que guardó un silencio fascinante en una sala tan neutra y espectacular como es la del moderno Muziekgebow. Pero aún más gustoso fue disfrutar de sus interpretaciones sobresalientes, de un modo de hacer música que distrae su propia calidad para convertir el fenómeno expresivo en impacto esencial ante el oyente. Fue una velada de verdadera música de cámara, donde el binomio perfecto que configuran el piano de Javier Perianes y las dieciséis cuerdas del Cuarteto Quiroga se consolida en instrumento único; en un sentir y latir indivisibles, regido exclusivamente por el dictado que marca la música y la decidida vocación de servirla de sus fieles intérpretes.
El Quinteto con piano en Fa menor de Brahms se escuchó envuelto en una densidad expresiva y fuerza lírica cargadas de veracidad y tradición, con un impulso cuya calibrada vitalidad quedaba realzada por la quietud y efusión con la que cantaron los episodios más lentos y líricos. La hondura, riqueza de registros y conjunción melódica del lento segundo movimiento supuso uno de los momentos más excelsos del programa, y evocó las mejores referencias de esta obra maestra. El modo en que abordaron el genial y dramático inicio del Non troppo Allegro que abre el quinteto fue el anuncio, casi certeza, de la entidad artística que auguraba una versión que pronto se consolidó próxima y hasta equiparable –no exagera el crítico- a la legendaria de Rubinstein y el Guarneri. También a la dejada por Eschenbach con el Amadeus. Así de excepcional fue el inolvidable Brahms que se sintió el sábado en Ámsterdam, y coronado, fuera de programa y a modo de regalo, con el mordaz, irónico y enigmáticamente risueño Scherzo del Quinteto con piano de Shostakovich, obra que Perianes ya había tocado hace años nada menos que con el Cuarteto Borodin.
Antes, en la primera parte, se adentraron en el párvulo y muy discreto Quinteto de Granados, obra de 1894 en el que el genio del creador de Goyescas no aparece por ninguna parte. Enmarcado entre el sofisticado y estupendamente construido Primer cuarteto de Ginastera (versión de referencia la escuchada, con un “calmo e poetico” tercer movimiento cuya magia congelada cortó el aliento) y el magistral Quinteto de Brahms, los tres sencillos movimientos del de Granados naufragaron. Aún así, es admirable que los intérpretes españoles promocionen en el extranjero el repertorio nacional, incluso cuando presenten —como en este caso— una obra menor de uno de sus más señeros creadores, y se haga con la entrega y calidad con que lo hicieron Perianes y el Quiroga.
El concierto, culminado con el público de la espaciosa sala en pie y una larga ovación que propició reiteradas salidas a saludar antes y después del bis shostakovichiano, se integra en la gira que Perianes y el Quiroga desarrollan estos días en varias capitales europeas, entre ellas Hamburgo —“hermosa experiencia tocar el Quinteto de Brahms en su ciudad natal”, recordaba con satisfacción y humilde orgullo uno de los componentes del Quiroga después de la actuación en Ámsterdam—, Berna y Berlín. Una actividad que emula las giras que en vagones de tercera hacían sus ilustres antecesores Isaac Albéniz y el Cuarteto Arbós. Una bella historia que hoy se repite a tiempo de reactor, pero que, como decía Luisa Isabel Álvarez de Toledo, la “Duquesa roja”, “las inquietudes del hombre que va en burro no son diferentes de las del que viaja en Concorde”. Perianes y Albéniz. Quiroga y el viejo Arbós. Maestros de la música española. De ayer, hoy y siempre.
Justo Romero
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