ALICANTE / El arte de los centros
Alicante. Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 17-XII-2021. ADDA SIMFÒNICA. Director y piano: Javier Perianes. Obras de Mozart y Beethoven.
Debutó Javier Perianes con la joven ADDA SIMFÒNICA, la formación titular del Auditorio de Alicante, y la recargó de ilusión y motivaciones. Saltaba a la vista la empatía de los profesores alicantinos con un Perianes metido a director/concertador, que trabajó fina y cumplidamente con atriles cargados de presente, futuro y potencialidades, entregados sin reservas a un dictado que en absoluto se limitó a concertar o marcar entradas. Además de tocar, y de tocar tan estupendamente como siempre, Perianes, que sigue en estas lides la senda de pianistas como Barenboim, Schiff, Uchida y algunos otros, se volcó con vehemencia —en ocasiones, hasta casi salirse del taburete— desde el teclado en una dirección que alentaba, enfatizaba, pulía, estratificaba planos y marcaba las pautas por las que transcurrió un Mozart (Concierto para piano nº 21) y un Beethoven (Primer concierto) cargados de fogosidad y juvenil vitalidad, pero también de ese aliento lírico y afable que le es tan distintivo.
Fue precisamente en los reposados movimientos centrales de ambos conciertos donde el arte de Perianes voló más alto. Sin nunca cargar las tintas, y tan exento de afectación como siempre, su efusivo melodismo caldeó la temperatura emocional de la estupenda acústica del Auditorio de Alicante hasta transformar la admiración por lo que se escuchaba en vivencia sensitiva. Las atmósferas sonoras, la inspiración cantable de Mozart y Beethoven —apenas diez años separan ambos conciertos—, y el modo en que Perianes y los profesores del ADDA hilvanaron el entretejido melódico de ambas obras, delataban una empatía que transcendía cualquier oportuna coincidencia. Perianes y su universo sensitivo impregnaron y alentaron a unos músicos que le aplaudieron y ‘patearon’ con ese desinhibido entusiasmo propio de las orquestas más jóvenes.
Antes y después, los movimientos extremos se colmaron de lozano vigor. Perianes alentó a los contentos profesores del ADDA, que dieron el mil por ciento de sus capacidades. Pero la intensidad de los pasajes en los que el pianista, libre del teclado, enfatizaba y subrayaba todo, decaía luego, en cuanto faltaba su activo impulso energético; quizá por la bisoñez de la orquesta, acaso por la ausencia de un concertino con talante y talento de ‘líder’, a lo mejor por ambas circunstancias. En este sentido, fue una versión de contrastes y claroscuros, en la que, por otra parte, en la sonoridad de la ADDA SIMFÒNICA faltó cuerpo y densidad en la sección de violonchelos y, sobre todo, en la de contrabajos, menguada a dos instrumentistas. Una orquesta joven, sí, pero con sólido presente y espacioso e ilusionante futuro. Su fundador y titular, el mediático Josep Vicent, tiene, desde esta positiva realidad, un laborioso y fascinador reto ante sí.
El éxito, claro, fue sobresaliente. La sala principal del ADDA, con huecos debido a la nueva y negativa situación de la pandemia, aplaudió con decidido entusiasmo a Perianes y a los profesores de la orquesta, quienes focalizaron su propio aplauso y entusiasmo hacía el maestro-pianista. El crítico aplaude, también, a un público, el alicantino, que es de los mejores de este país. Lo revela su silencio único durante los conciertos, todos los conciertos. También su tino al administrar fervores y reservas. El viernes aplaudió de lo lindo.
Justo Romero