Adriana González: “Soy como Mimí, una inmigrante en París que tiene lejos a su familia”
Adriana González, soprano guatemalteca nacida en 1991, es una de las voces jóvenes más destacadas del panorama actual. Ganó el concurso Operalia en 2019 y ha actuado varias veces en España, en papeles como Giannetta en L’elisir d’amore (Teatro Real de Madrid) o Corinna en Il viaggio a Reims (Liceu de Barcelona). El próximo viernes, día 18, debutará en el papel de Mimí en La Bohème en el coliseo barcelonés. Y en otoño sacará la integral de canciones de Albéniz en un álbum junto al pianista Iñaki Encina, con quien ya ha grabado otros dos discos). A pesar de su juventud, en su conversación González derrocha sabiduría y saber estar, además de una simpatía natural que acompaña al agradecimiento que tienen esas personas con los pies en la tierra y conocedoras de su buena suerte que les ha acompañado.
¿Cómo están yendo los ensayos de esta Bohème?
Bastante bien. Intensos. Tenemos muchas ganas de ver al público. Estamos muy ilusionados porque es La Bohème, que es una ópera preciosa. Hay una muy buena ‘vibra’ de equipo y ansias de estrenar ya. Empezamos el 13 de mayo con los ensayos, así que llevamos justo un mes juntos.
¿Qué supone para una artista joven como usted interpretar un papel tan importante como Mimí?
Pues mucha responsabilidad, definitivamente. Por lo que es el rol, por las personas que lo han cantado, pero también porque es una responsabilidad artística decir “esta soy yo, este es el rol y esta es mi interpretación”. Es de estudiar mucho los detalles, y de establecer qué se quiere hacer musicalmente en el escenario también. Es bastante trabajo, diría yo, pero muy grato.
¿Qué destacaría del personaje de Mimí?
Para mí personalmente, el hecho de haber trabajado con Álex Ollé, que es nuestro director de escena, fue un gusto total. Su concepto de Mimí era la de una inmigrante en París que se encuentra con cinco amigos: Musetta, Rodolfo, Colline, Marcello, Schaunard. Básicamente pasa la Navidad con ellos porque no tiene familia, es inmigrante, está sola en un país nuevo y tiene una enfermedad que al final la mata, pero lo que la hace ser feliz son sus amigos, que se convierten en su familia. Curiosamente, yo vivo en París, a donde llegué en 2014. Es una historia con la que me puedo sentir muy identificada, especialmente como Álex me la explicó, porque cuando yo llegué a París era lo mismo: no tenía a mi familia, no conocía a casi nadie… La gente del Opera Studio, de la Ópera Nacional de París, que es donde continué mis estudios aquí en Europa, se volvió mi familia. Éramos muy pocos, pero siempre nos cuidábamos. Justo enfermé el día que llegué a París y, siendo una estudiante de Guatemala en Europa, no podía pagar muchas cosas… Es la misma situación: una persona que se tiene que adaptar a un contexto nuevo. Yo enfermé también, pero bueno, todo pasó y… ¡no morí como Mimí, que esa es la enorme diferencia!
¿Y vocalmente?
Vocalmente diría que es un rol que le va muy bien a mi voz, un papel con el que me siento muy a gusto. Puccini es un genio para pintar la escena, para establecer qué está pasando en el escenario con la música. Es muy fácil de digerir, no es una música difícil o que choque, sino que toca directamente el alma. Son cosas sencillas con las que te puedes relacionar, es un gusto cantar esta ópera y, por fin, interpretarla sobre el escenario.
Ya hizo de Corinna en Il viaggio a Reims en el Liceu. ¿Es consecuencia directa que ahora pueda estar en La Bohème?
Sí, de hecho fue después de haber hecho Il viaggio cuando me ofrecieron hacer Mimí en La Bohème. Fue una señal de aprecio por parte del teatro, todos son magníficos ahí. Vieron que tenía potencial para cantar Mimí en el futuro, y eso es algo que, como cante, valora mucho una.
Tras ganar Operalia, ¿diría que ha conseguido acostumbrarse a la presión y al estrés del escenario?
Los nervios siempre están ahí, porque somos humanos. Pero creo que a finde cuentas tienes que aprender a concentrarte, y esa es la clave para poder hacer este trabajo. Un concurso y una función son diferentes tipos de espectáculos, pero es siempre una presentación que haces de ti misma, de tu persona, de tu personalidad física, de tus capacidades vocales e interpretativas… Pero si no te concentras lo suficientes y eres dispersa de pensamiento, obviamente no vas a poder dar lo mejor de ti. Necesitas mucho entrenamiento mental para saber exactamente qué es lo que tienes que hacer técnica, musical y artísticamente una vez que pisas el escenario. Además de ponerle emoción, claro está. Esa es la parte más difícil: concentrarte en lo musical, pero ser capaz de encontrar la emoción verdadera y genuina.
¿Tiene algún método?
En mi caso es algo que ha ido saliendo solo, y con la experiencia en el escenario, junto con puro entrenamiento. En la vida diaria intento mantenerme lo más tranquila posible, ya que cantar para 3.000 personas no es fácil, así que ese contraste sirve mucho para encontrar esa concentración.
Hace menos de un año sacó un disco con Iñaki Encina con mélodies francesas. Ahora ha grabado, de nuevo con él, un disco con la integral de canciones Albéniz. ¿Qué nos puede contar al respecto?
El disco saldrá en otoño y surge de la necesidad de descubrir este compositor, que es una piedra angular del repertorio español, pese a que casi nadie conoce su obra vocal. Es reconocido por su obra pianística, pero incluso compuso óperas y es algo en lo que nadie se suele fijar de este compositor. A mí, como latinoamericana, me suelen pedir repertorios de música española y normalmente se habla de Granados o Falla, así que me puse a investigar qué más había. Encontré a Albéniz y descubrí que no se le presta la debida atención a este repertorio, que es muy interesante. Sobre los textos de las Rimas de Bécquer, escribió unas melodías, cinco o seis. Después escribió en francés, italiano, y quince melodías en inglés. Es raro ver a un compositor español escribiendo en inglés, pero esto viene porque su mecenas era un señor inglés que escribía, y Albéniz le puso la música a los textos de su mecenas, Francis Money-Coutts. Es una música fantástica; él era un compositor cosmopolita que viajó a París o a Londres y que siempre estaba al tanto de las vanguardias y de las nuevas corrientes musicales impresionistas que surgían en el siglo XX. Definitivamente, Albéniz es un compositor muy rico que permite conocer otro lado de la música española, pero sin perder su esencia.
¿Hay proyectos de futuro en mente?
Tengo planificados dos discos más con Audax Records e Iñaki Encina, aunque no puedo hablar mucho de ellos. En cuando a funciones, algunos de los roles que cantaré la próxima temporada son Juliette en Houston Grand Opera, en mi debut en Estados Unidos. El resto de la temporada me quedaré en Europa cantando Micaela (Carmen) en el Festival de Sanxay y en la Opéra National de París, Contessa Almaviva (Las bodas de Fígaro) en la Ópera de Fráncfort y en el Teatro de Luxemburgo, Mimì en la Opéra de Tolón y Liù (Turandot) en la Opéra de Estrasburgo.
¿Cómo le ha afectado la pandemia? Muchos países cerraron por completo los teatros.
Ha sido una época muy dura para las artes. Psicológicamente ha sido muy complicado saber dónde queda la consideración por las artes en muchos países. Por supuesto, financieramente ha sido una crisis enorme para muchas personas; muchos cantantes jóvenes incluso han desistido de cantar. Existe una gran necesidad ahora de liberar un poco las artes y de recuperar ese tiempo perdido. Es como si el tiempo se hubiera parado, excepto en España. Esta carrera es una cosa de suerte y de que las estrellas se alineen de alguna forma. Yo ahora tengo un contrato en Madrid y dos en Barcelona, lo que ha sido una bendición enorme y le estoy eternamente agradecida estos teatros, que han luchado por mantenerse abiertos y por respetar sus compromisos con los artistas. Eso ha permitido que la gente no se quede en el abandono, sin poder pagar el alquiler de su casa. Para mí ha sido una bendición poder trabajar en España esta temporada.
Rocío Cabello Blanes