PAMPLONA / La Cetra Barockorchester & Vokalensemble Basel: una Pasión transformada
Pamplona. Auditorio Baluarte. 18-03-2024. Temporada Principal de Fundación Baluarte. 17-III-2024. La Cetra Barockorchester & Vokalensemble Basel. Jakob Pilgram, Evangelista. Christian Wagner, Jesús y arias. Shira Patchornik, soprano. Sara Mingardo, alto. Mirko Ludwig, tenor. Francesc Ortega, Pilatos. Guglielmo Buonsanti, Pedro. Director: Andrea Marcon. La Pasión según San Juan, J.S. Bach.
Trasladar una obra compuesta hace ahora 300 años por Johann Sebastian Bach para la Nikolaikirche de Leipzig a una sala de conciertos, pasa por una necesaria resignificación: del 7 de abril de 1724 (en su primera versión), al 17 de marzo de 2024. Del viernes santo de una iglesia luterana, a 12 días de la misma celebración hoy, pero en el Auditorio Baluarte de Pamplona y en un contexto laico. De una composición realizada por Bach en su primer año como Thomaskantor, a la efeméride de este hito tres siglos después. El escenario es otro, el tiempo también, si bien los criterios de interpretación por los que optó Andrea Marcon fueron historicistas. El director, al frente de la orquesta y coro de los que es titular desde hace más de una década, presentó en escena a 17 cantantes (que incluía soprano y tenor solistas) envolviendo a los instrumentos, con el continuo en el centro (reforzando el grave por un contrafagot). El Evangelista y Jesús colocados en el centro e integrados en la orquesta, al lado, pero sin un solo gesto o mirada entre ellos. Ambos dos en el papel que asumieron con teatralidad, rictus, actitud, terribilità. La posición del coro, abrazando el elenco, se correspondió con el rol central que jugó en la obra, tal y como Bach dispuso.
Con todo, recrearon una pasión intensa, dramática. Ya desde el arranque, se vislumbró el sufrimiento y la paciencia en el Coro “Herr, unser Herrscher” (Señor, soberano nuestro). El “efecto Jesús” se logró por la fantástica presencia de Christian Wagner, corporeización del personaje, que estuvo dentro cuando intervino y cuando no. A esto se sumó el acompañamiento que Bach le dispuso, con órgano, violonchelo, viola da gamba, contrabajo (y contrafagot): calmado, reposado, armónico, horizontal. En la primera Aria de la Soprano, “Ich folge dir gleichfalls mit freudigen Schritten” (Yo también te sigo con alegres pasos), dos líneas melódicas conviven: la de los dos traversos y la de la voz, juntas, pero cada una funcionando por sí misma. Shira Patchornik, cantó sabiendo que lo que sonaba con ella era algo más que un acompañamiento. En el aria del tenor “Ach, mein Sinn” (¡Ay, alma mía!), emergió, al gesto de Marcon, la fuerza de la orquesta, con la cuerda mordiendo la tripa.
En esta Johannespassion, la retórica musical se pudo apreciar en todo su esplendor gracias a los subtítulos que se proyectaron, quedando una vez más palpable que no solo importa qué se dice, sino el cómo: agresividad cuando el texto dijo “espada”, “amputación” o “azotar”, violentos sonidos en “¡crucifícale!”, el glissando en “lloró amargamente”, los cromatismos para “malhechor”, o el estremecimiento al hacer temblar la tierra mientras el Evangelista lo estaba diciendo (“Und die Erde erbebete”).
Tras la pausa, el Coral “Christus, der uns selig macht” (Cristo, el que nos salva), sirvió para volver al estado de ánimo interrumpido por la pausa. Sublime la turba de la población, los sacerdotes y los soldados en “Wir dürfen niemand töten!” (¡a nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie!), o el grito “Nicht diesen, sondern Barrabam!” (¡A este no, sino a Barrabás!). El “Kreuzige, kreuzige!” (¡Crucifícalo, crucifícalo!), sonó como una incitación a la violencia, fugada en el “Wir haben ein Gesetz” (Nosotros tenemos una ley). El Arioso del bajo, “Betrachte, meine Seel” (Considera, alma mía) acompañado por dos violas d’amore, viola da gamba, tiorba, contrabajo y contrafagot, tímbricamente transportaron a un tiempo anterior. El Aria de Sara Mingardo “Es ist vollbracht!” (¡Ha concluído!), lo fue también de la viola da gamba, mostrando en dos maneras cómplices de contar lo mismo, con y sin texto.
En las preguntas de Pilatos a Jesús, Andrea Marcon hizo uso de las pausas dramáticas, que fueron a más en la medida en la que se acercaba el final. Los Corales, como “Durch dein Gefängnis, Gottes Sohn” (Por tu prisión, hijo de Dios) o “In meines Herzens Grunde” (En el fondo de mi corazón), más allá de la historia, aportaron belleza en un contexto narrativo trágico. Y finalmente, el consuelo. Claridad y delicadeza, música de cámara para concluir con unidad vertical y horizontal, eterno. El impacto de la obra se conserva en 2024 por el compromiso de los instrumentistas liderados por Eva Saladin (violín y viola d’amore) y las voces, limpias, unidas en su conjunto, claras en la dicción y con proyección. En esta transformación de la obra de Bach, Andrea Marcon lo quiso hacer así.
Igor Saenz Abarzuza
(fotos: Miguel Osés)