MADRID / Al final de todas las cosas (la OCNE y ‘El señor de los anillos’)
Madrid. Auditorio Nacional. Sala Sinfónica. 12-VII-2019. Shore, H.: El señor de los anillos: El retorno del rey [proyección con música en vivo]. Clara Sanabras, voz. Teresa Fernández Muñoz y Patricia Valverde Gómez, voces blancas. Orquesta y Coro Nacionales de España. Antara Korai. Miguel Ángel Cañamero, dirección CNE. Juan Antonio Jiménez, dirección AK. Ludwig Wicki, dirección orquestal.
Los días 2 y 4 de enero de 2015, hace ya casi la friolera de cuatro años y medio, Orquesta y Coro Nacionales de España estrenaron el concierto-proyección de El señor de los anillos: La comunidad del anillo (2001) bajo la dirección de Shih-Hung Young y la participación de la cantante catalana Clara Sanabras, la única solista que ha mantenido desde el principio. Era uno de los tres programas del abono extraordinario Cine, música y videojuegos que Félix Alcaraz tuvo la idea feliz de ingeniar en la Temporada 2014-15 para sumar nuevos oídos a las butacas del Auditorio y el éxito fue absoluto, a todos los niveles. Dos años después, en enero de 2017, J.R.R. Tolkien, Peter Jackson y Howard Shore regresaban a la pantalla y a los atriles de la OCNE de la mano del mismo director en El señor de los anillos: Las dos torres (2002) y con el concurso de Antara Korai sustituyendo a la Escolanía del Sagrado Corazón de Rosales. Nuevamente, el triunfo fue incontestable. Ahora, dos años y unos pocos meses desde que dejáramos a Frodo y a Sam abandonados a su particular catábasis mordoriana frente al Monte del Destino, la trilogía se cerraba por todo lo alto con un El señor de los anillos: El retorno del rey (2003) conducido por el especialista suizo Ludwig Wicki, quien lleva más de una década girando por el mundo la Sinfonía de El señor de los anillos (2006) y estos conciertos-proyección contando con el plácet incondicional de su compositor.
Ya lo dije en 2015 pero lo repito ahora porque nunca sobra decirlo: las partituras de Howard Shore para la hexalogía tolkieniana que suman las trilogías El señor de los anillos y El hobbit (2012-2014) constituyen, en pocas palabras, la mejor música audiovisual de todos los tiempos. Y estos conciertos-proyección de El señor de los anillos, en particular la última entrega que pudimos disfrutar los pasados 11 y 12 de julio, no dejan duda al respecto, pues colocan la música sobre la banda de diálogos y efectos sonoros y no al revés como sucede en el montaje cinematográfico, dejándola enseñorearse sobre la película y permitiendo al espectador-oyente apreciarla desde una dimensión experiencial privilegiada, casi desde la propia cabeza del compositor. De otra parte, brindan la única posibilidad de disfrutar de la partitura tocada unisonus, ya que tanto en las películas como en sus ediciones discográficas coros y solistas se graban y mezclan por separado.
Para El retorno del rey, Shore enriquece el temario con ocho leitmotivs principales -Denethor y Faramir, Merry el guerrero, La salvación de La Comarca, la Canción de Arwen, el Monte del Destino, el Ejército de los muertos, Ella-Laraña y los Días del Anillo-, recupera al menos una docena de los presentados en las dos entregas previas y añade al repertorio tímbrico el flautín irlandés, la flauta de pan, el doble fiddle y el gong tibetano. La calidad musical es ya superlativa: la llegada de Gandalf a Minas Tirith o el encendido de las almenaras sobre el tronante tema de Gondor en las trompas y sus figuraciones contramelódicas de los primeros violines, el desquiciado vals cromático y contrapuntísitico de Ella-Laraña, la música trenódica de Arwen o la apoteosis sinfónico-coral que desborda la pantalla con el colapso del Monte del Destino son obras maestras dentro de una obra maestra. Para las páginas del niño-tiple solista –Osgiliath tomada y Por Frodo-, Wicki repartió la faena entre las voces blancas de Teresa Fernández Muñoz y Patricia Valverde Gómez, que hicieron un nácar casi perfecto y confió a Sanabras tanto el papel mezzo-sopranil de Renée Fleming en la grabación de los números originales –Crepúsculo y sombra, La gracia de Undómiel, Las águilas, La Comunidad reunida, El Monte del Destino– como el registro de Annie Lennox en la canción de cierre, Into the West. Pan comido para la catalana, que ya se tuvo que enfrentar en La Comunidad del Anillo a los tres roles sopraniles de aquella partitura y a un complicado registro de mezzo/alto con impostación en la Gollum’s Song de Las dos torres. Todos los solistas, salvo algún discreto renuncio del flautín, sonaron magníficamente entonados y la Orquesta y Coro Nacionales de España prendieron el Auditorio con una bravura y un poderío insuperables. Ni la Filarmónica de Londres y la Sinfónica de Nueva Zelanda que grabaron los originales les habrían hecho la más mínima sombra. Una ovación en planta de casi diez minutos, clamorosa y bramante, fue la recompensa que Wicki y sus huestes recibieron de un público absolutamente conmovido por la arrasadora e indeleble experiencia.
David Rodríguez Cerdán
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