HERNANI / El Cuarteto Gerhard culmina de forma brillante su integral Shostakovich
Hernani. Chillida Leku. 16-VIII-2024. Quincena Musical. Cuarteto Gerhard. Cuartetos 14 y 15 de Shostakovich.
Hace unos años el Cuarteto Gerhard recibió la propuesta por parte de Patrick Alfaya, director de la Quincena, de interpretar en varias ediciones del festival la integral de los cuartetos de Dmitri Shostakovich. Para sus integrantes era un reto considerable que asumieron con los lógicos temores pero que han afrontado de forma entusiasta. Ahora ese intenso y apasionante viaje que supone para todo cuarteto de cuerda enfrentarse a esta titánica labor ha tocado a su fin “siendo otro cuarteto distinto al que lo comenzó”, como dijo su primer violín Lluís Castán al término del concierto.
Los Gerhard han dejado para el final los dos últimos cuartetos. Cerrar el ciclo con el último era obligado pues supone el término, no tanto de la evolución estética de Shostakovich, como del itinerario vital trágico –en el sentido unamuniano– de un hombre que además sufrió las consecuencias de vivir en un régimen político dictatorial y totalitario con el que el compositor mantuvo una relación ambivalente, que fue de la ilusión y esperanza juvenil en la época de la NEP a la resignación ante el inmovilismo de Brezhnev en sus últimos años pasando por el miedo y la angustia durante el estalinismo, obligado a colaborar con un régimen que había tornado el sueño comunista en pesadilla.
El Cuarteto nº14 fue estrenado a finales de 1973, en una época en que Shostakovich apenas encontraba fuerzas para componer debido a su estado físico y anímico. Al igual que los cuartetos anteriores del compositor, está dedicado a un miembro del Cuarteto Beethoven –formación que había estrenado todas sus obras de este género–, en este caso al violonchelista Sergei Shirinski. De hecho, es esta una obra en la que el violonchelo adquiere un inusitado protagonismo. La prestación de Jesús Miralles, trasunto de Shirinski en el Cuarteto Gerhard, fue excelente, con un sonido pleno y expresivo. En conjunto el Gerhard ofreció una lectura intensa –una de las señas de identidad de la formación– y elocuente, que dejó ver la arquitectura de una obra que vuelve a las formas clásicas después de los coqueteos del compositor con el dodecafonismo en sus dos cuartetos anteriores. Bellísimo el largo diálogo entre Lluís Castán y Miralles al comienzo del segundo movimiento, emocionado homenaje del compositor a sus dos únicos amigos supervivientes por entonces del Cuarteto Beethoven (el mencionado Sergei Shirinski y el primer violín Dmitry Tsiganov). Perfectamente recreadas las atmósferas contrastadas de cada movimiento, con una preciosa transición del segundo al tercero. Por lo demás, pudimos apreciar la excelencia técnica y la atención al sonido de las que hablábamos en la edición del año anterior de la Quincena, cuando en sendos conciertos afrontaron seis cuartetos como seis Miuras. La claridad en las entonaciones y el uso controlado del vibrato dotaron de diafanidad a la interpretación del penúltimo cuarteto de la serie. No sé resintió la calidad del conjunto por la baja de la segundo violín habitual Judit Bardolet, perfectamente sustituida por Maria Florea.
En el Cuarteto 15 Shostakovich puso en escena el drama de la condición humana mirando cara a cara a la muerte, que ya sentía muy cercana. Aquí la serenidad prima sobre la angustia y la aceptación se impone sobre la rebeldía, a pesar de que sigue habiendo conatos de ambos. Música sobrecogedora, despojada, esencial, en la que por momentos parecemos asistir a la disolución e incluso abolición del cuarteto de cuerda, auténtico tour de force que el compositor concibió en forma de seis adagios que se tocan sin interrupción. Igual que hiciera Haydn en Las Siete Últimas Palabras de Cristo en la Cruz, Shostakovich consigue dotar de variedad y riqueza a algo que parecía abocado a la monotonía. Espacios desolados que nos llegaron nítidamente gracias a esa capacidad para generar expectación e incertidumbre que tiene el Cuarteto Gerhard. No fue necesario apagar las luces e iluminar únicamente el escenario como en algunas interpretaciones para crear una atmósfera dramática e intimista, todo llegó a través de la música y los gestos en esta música tan performativa. Igualmente, el suelo desapareció bajo nuestros pies y todos quedamos en el vacío cuando llegó el súbito final.
Por la juventud de sus miembros, estamos seguros de que el Cuarteto Gerhard revisitará estas obras en el futuro y será capaz de enriquecerlas, pero de momento la madurez que han demostrado en esta primera integral Shostakovich es asombrosa.
No quiso despedirse el Cuarteto Gerhard sin interpretar una muestra –una preciosa versión del aria de las Variaciones Goldberg– de la música de Johann Sebastian Bach, compositor predilecto de Shostakovich y de Eduardo Chillida, “anfitrión” en su caserío Zabalaga de estos conciertos y de quien se cumple este año el centenario de su nacimiento.
Imanol Temprano Lecuona
(Foto: Ana García Urcola)