BOGOTÁ / El maestro Arthur Fagen y la visión trascendente de la ‘Sinfonía Resurrección’ de Mahler
Bogotá. Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. 7-IX-2024. Milena Arsovska, soprano; Andrea Niño, mezzosoprano. Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia. Coro Nacional de Colombia. Director: Arthur Fagen. Mahler: Sinfonía n° 2 en do mayor, “Resurrección”.
La XIII edición del Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá se inauguró con la interpretación de la Sinfonía nº 2, “Resurrección” de Gustav Mahler bajo la batuta del director estadounidense Arthur Fagen. El tema central de esta edición es La consagración y de acuerdo con Marianna Piotrowska, directora general de este evento, este ideal refiere a “un acto de entrega, de dedicación, un ritual para convertir algo o a alguien, sagrado. Es también un acto de reconocimiento hacia alguien que se ha consolidado, que ha llegado a la cima”.
Este Festival, donde se interpretan diversas piezas musicales de tipo religioso y espiritual, se ha convertido en una tradición en Bogotá, tanto así, que la Alcaldía Mayor de la ciudad lo considera como uno de los eventos turísticos más importantes de la capital. Por esta razón, a lo largo de sus cinco semanas, entre septiembre y octubre de cada año, se llevan diversos conciertos en los auditorios más importantes de la ciudad, así como en iglesias con buena acústica.
En cuanto a la Sinfonía “Resurrección” de Mahler, es importante anotar que la interpretación del maestro Arthur Fagen estuvo entre lo intimista, reverencial y grandioso. Nunca exageró sus poses, antes bien, es muy moderado en su expresividad, pero esto no quita lo preciso y lo dinámico de su batida. En su ejecución de esta extensa obra nunca exageró el volumen del sonido de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y trató con delicadeza la entrada de las voces de las solistas. En esta edición el director brindó al público interesantes detalles de la instrumentación del compositor.
Es de admirar su profundidad en el conocimiento del mensaje de la obra, donde Mahler, como diversos novelistas, poetas, cuentista, compositores de finales del siglo XIX unen los ideales espirituales de la tradición cristiana, con nuevos elementos idealistas, ideas procedentes de Oriente, y, por lo tanto, con elementos exóticos para los europeos. Además, no se debe dejar de analizar, la propia vida tan peculiar del compositor, con sus crisis existenciales. De este modo, la edición de Arthur Fagen logró captar todos estos elementos de la visión del decadentismo del ochocientos con la visión de la victoria de la vida sobre la muerte.
Durante el primer movimiento de la Sinfonía Resurrección, el maestro Fagen logró describir musicalmente toda la tormenta emocional de Mahler, sin llegar a caer en la pesadez de la interpretación. Desde los compases iniciales con los violines y, sobre todo, con la fuerza de los violonchelos logró adentrarse en las profundidades del compositor. Con el dramatismo del inicio ya se podía percibir una gran posibilidad de un concierto memorable y así lo fue. Este éxito se debe también al buen momento en que está la Sinfónica Nacional de Colombia. En los acordes finales del primer movimiento, la orquesta mediante las indicaciones del director logró un buen diminuendo, como está escrito en la partitura.
El sonido de la Sinfónica Nacional de Colombia se lució en el segundo momento, Andante moderato, con su bonita línea musical del länder. En este instante, se notó el verdadero elemento dancístico, pues en muchas ediciones se hace tan lento, que infortunadamente, este fragmento queda rigurosamente serio. Excelente el sonido de los violines y también de los violonchelos de la orquesta en este instante. Elegante estuvo el pizzicato de todas las cuerdas.
Más dramático resultó el tercer movimiento, tranquilo y fluido, como dice en la partitura, donde se rememora el pasaje del milagro de los peces de San Antonio de Padua. Este pasaje es uno de los cuadros más tradicionales del santo portugués (sí, no era italiano), donde todo disgustado al ver que los vecinos de Rímini -según la tradición- no lo escuchaban, salió al mar a predicar. Esta descripción musical siempre me ha llamado la atención, de como puede describir Mahler con los instrumentos de viento de madera y la sección de cuerda este reconocido relato. Este fragmento salió muy bien con sus ondulaciones y juegos con diversos colores. Aquí realmente se lucieron el maestro Fagen y la orquesta.
Los dos últimos movimientos, los más trascendentales de la obra, donde los temas de la vida efímera, la muerte, el alma y la resurrección son los elementos vitales para el mensaje del compositor. En estos apartados, la grandeza de la sinfonía se convierte en ideal representado por la grandeza del ser humano. Es de destacar la participación de Andrea Niño, la mezzosoprano que interpretó O Röschen tot! (¡Oh, pequeña rosa roja!), donde con una voz oscura interpretó con suma fluidez esta canción, pues con su voz de tintes oscuros, permitió convivir con la orquesta como si fuese un instrumento más del conjunto sinfónico.
También fue destacable la interpretación de Milena Arsovska, soprano de Macedonia, que con una voz delicada pero decidida interpretó las líneas de Aufersteh’n, ja aufersteh’n wirst du (¡Resucitarás, sí resucitarás!). El Coro Nacional de Colombia dirigido por Diana Carolina Cifuentes se lució al final de la segunda sinfonía de Mahler y, junto con el conjunto orquestal con sus dimensiones sobrehumanas lograron concluir de manera modélica una obra compleja y llena de matices. Este éxito se debe también al director Arthur Fagen, quien mantuvo siempre la concentración de los músicos y se veía inspirado a lo largo del concierto, pues hasta canturreó algunos momentos.
Luego de la apoteosis final de la Sinfonía n° 2 “Resurrección” de Gustav Mahler, se puede decir que la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia respondió con alto nivel una de las composiciones más difíciles del repertorio. Esto sin contar con el excelente nivel de coro, el sonido del órgano, la conjunción de la banda de metales fuera de la escena, la calidad de las solistas y, sobre todo, a la destreza de la batuta de Arthur Fagen, quien delineó con habilidad todos los detalles de esta composición llena de ideales trascendentes.
Ricardo Visbal Sierra
(fotos: Juan Diego Castillo)