Una flauta da para mucho
Normalmente se suele atribuir a la mozartiana La flauta mágicauna simbología masónica, a partir del hecho documentado de que tanto el músico como su libretista Schikaneder eran masones. En efecto, se puede pensar en la Reina de la Noche, oscurantista y pasional, como una máscara de la Iglesia católica, partidaria de la superstición y el sentimentalismo, en tanto Sarastro, litúrgico en plan egipcio, humanitario, sereno, racional, sería el Gran Oriente. Esta lectura, sin dejar de tener su miga, resulta, sin embargo, simplista. La Reina es despótica pero da a Tamino la flauta mágica de la libertad y sólo tiene servidores. Sarastro, en cambio, muy humnitario él, encierrra al príncipe y al pajarero en una mazmorra y mantiene una panda de esclavos. En fin, ambigüedades del arte.
Un único y pintoresco ejemplo traigo hoy a colación, un panfleto datado en París y en 1794, en pleno terror revolucionario y que explica el reparto de los personajes de la ópera en clave jacobina. La Reina de la Noche es el Antiguo Régimen, Pamina es la Libertad, Tamino es el pueblo, las tres doncellas de la Reina son tres diputados de la Convención, Sarastro es la sabiduría de una mejor legislación, Papageno son los ricos (¡oh, pobrecito pajarero!), los sacerdores de Sarastro son la Asamblea Nacional, una Vieja es la Igualdad, los moros de Monóstatos son los emigrantes monárquicos así como los esclavos son sus siervos y soldados, en tanto los tres buenos genios encarnan a la Sabiduría, la Corrección y el Amor a la Patria.
Ahorro comentarios y me limito a un par de sucintos apuntes. Uno es que las obras de cierta envergadura soportan interpretaciones muy diversas —y aún divergentes— lo que asegura su vitalidad, ya que resultan discutibles y se exponen victoriosamente a la renovación de los puntos de vista que va produciendo la historia. Otro es que todos los regímenes doctrinarios como lo fue el jacobinismo someten la libertad creadora del artista a un desciframiento dogmático. Esto lleva a la utilización del arte a favor de los poderes establecidos, sean políticos, militares, religiosos o los emergentes del privilegio social. El arte se somete a una disciplina ejemplar, ha de cumplir deberes y servir como utillaje en las oficinas de la salud pública. Como la flauta mozartiana da para mucho más, sigue sonando libre y alegremente a través de los siglos.