Poética
Lo primero, la música. Esto es traducción libre de aquel verso de Verlaine: “De la musique avant toute chose”. De su poema Arte poética (escribió varias, pero sólo una la tituló así, las otras están entreveradas en otros poemas). No ha de sorprender en un blog de Scherzo que proclamemos la primacía de la música.
Para nosotros, se entiende. Pero esa primacía no supone una exclusiva de este arte, técnica, disciplina, poiesis. La música es la reina. O el primer ministro. La mayoría parlamentaria, si quieren. Pero no la totalidad. Un arte tiene sentido con otros. A veces, con su entorno. Aunque, si nos fijamos bien, a menudo ese entorno no explica tales o cuales músicas, al contrario, nos lleva a confusión. En este blog, si perseveramos (quién sabe), se anunciarán intimidades entre las artes, se le buscará las vueltas musicales al poema y al poeta, al drama y al dramaturgo, al lienzo y al pintor, al actor y a la actriz.
Sí: « de la musique avant toute chose ». Lo que ya no se entiende muy bien es la continuación del propio Verlaine: « et pour cela préfère l’Impair ». ¿Qué Impar es “eso” que tenemos que preferir? No importa, es el misterio, la pregunta del poeta disfrazada de admonición. Porque una cosa es el poeta y otra el predicador. Los otros cuatro versos de la primera estrofa sí nos llaman a la acción: « Plus vague et plus soluble dans l’air / Sans rien en lui qui pèse ou qui pose ». Más que un arte para poetas parece un arte para críticos o incluso narradores y dramaturgos: nada que pese en exceso, y además nada que constituya una pose. Esos vicios del crítico, del dramaturgo. Y del poeta, sí, claro.
La prédica se vuelve poesía gracias a la transición que hay desde “Lo primero, la música”: lo Impar y su misterio, la solubilidad y vaguedad (ambigüedad, polisemia) del poema. El crítico no ha de ser polisémico, pero ha de comprender los dobles sentidos, lo anfibológico, como se decía en el Siglo de Oro. Ha de entender que se trata de un misterio. Para no caer en la tentación de explicarlo. El poeta y el crítico tratarán de no posar. Qué difícil le resulta a algunos, bien lo sabemos.
Felizmente, la música es abstracción. Y huye de la explicación narrativa. Y de la de los sagrados principios de tal o cual cosa. Ahora bien, sabemos que hay música con palabras. Ahí puede colarse el predicador: música sacra, quejas amorosas, óperas edificantes.
Este blog tratará, pues, de oír el lienzo, ver la sonata, habitar por un momento el tablado y el tabanque, el tinglado de la antigua y la nueva farsas.
Lo tratará. Acaso lo consiga.
También seguiremos con Verlaine. Y con otras Poéticas. Me encantan las Poéticas. Hay miles. Conozco unas cuantas…