Palabra de santo
Dice Juan de Yepes, explicándose en prosa lo que ha puesto en verso: “Música callada porque es inteligencia sosegada y quieta sin ruido de voces.” Más escuetamente, antes nos ha aseverado que existen calladas músicas y soledades sonoras. Estas fórmulas son paradójicas y han dado trabajo a los censores que siempre sospecharon de este poeta que mezclaba, armoniosamente – nunca mejor dicho – la visión mística con la visión erótica y, en tanto sublime Celestina, con la música.
¿Puede haber una música que prescinda de las voces y, por taciturna, calle? ¿Es capaz dicha música de inteligir, o sea de distinguir, de modo quieto y sosegado? Quizá la clave de estas sutilezas esté en la intervención de las voces que propone Juan de Yepes. Lo digo porque la voz es, al tiempo, el órgano de la música que canta y de la palabra hablada que dice. Cuando la inteligencia se sosiega y las voces callan, aparece la música silenciosa.
¿Y si fuera lo contrario, si la callada música estuviese al comienzo de la secuencia? Entonces tendríamos una música silente que da lugar a la música audible que da lugar al ruido de voces que da lugar a la palabra. En efecto, la música más elemental se identifica con los ritmos igualmente elementales de la vida: latidos de la sangre, vaivén de la respiración, parpadeos. Lo que Juan de Yepes nos sugiere es que la forma sobre la cual se basa la inteligencia verbal es la música, que en la quietud del intelecto se recupera esa prosodia mínima a partir de la que se tejen los lenguajes más elaborados. En éstos, aquélla parece callar pero no deja de seguir conformando sintaxis y gramáticas y semánticas. La música es la razón fundacional de las razones, la primera medida que nos permite intentar la construcción del mundo por medio del lenguaje. En su manifestación más primaria es silencio y, según sabemos, la música está llena de silencios, es decir que, por imitar al poeta, podemos decir que está llena de huecos.
Se me olvidaba aclarar que Juan de Yepes es también conocido como San Juan de la Cruz.
De Tomás Luis de Victoria: O magnum misterium por Oxford Camerata.