Mujeres wagnerianas
En sus memorias Se me ha alabado. Cincuenta y cinco años de escena en cinco actos, la gran soprano wagneriana Astrid Varnay formula una inteligente clasificación de los personajes femeninos de Wagner. Hay mujeres débiles cuya necesaria referencia es un varón, que las debe guiar o por el cual se sacrifican para salvarlos: Elisabeth, Elsa, Senta. Pero hay otras que, asumiendo el rol activo, decisivo y autoritario propio del hombre, hacen lo contrario, es decir definen el destino del otro sexo.
En esta línea están Ortruda e Isolda. La primera es una pagana, opuesta al mágico cristianismo de Lohengrin, con quien disputa el poder del reino. Pertenece a una antigua aristocracia precristiana y el Caballero del Cisne es un advenedizo de dudosa estirpe. En cuanto a la princesa celta, es la que, con la complicidad de Brangania, embrolla a Tristán para que beba el filtro de la muerte que es, en verdad, el filtro del amor. Varnay dice que daría igual que el cáliz contuviera agua de Litines porque ambos, más allá de su máscara del odio, están ya enamorados desde siempre.
Quedan Brunilda y Kundry, seres ambiguos conducidos a una compleja maniobra de inmolación. Brunilda se insurge contra su padre y es rescatada por su sobrino Sigfrido, con quien pasa una noche de amor más o menos incestuoso, digno de una novela de Vargas Llosa, muy wagneriano según nos consta a sus amigos. Kundry se encarga de seducir y castrar a los virtuosos caballeros del Grial pero también es su sirvienta y cae muerta para dejar paso a esa comunidad de varones solos que, según la ley natural, está marcada por su extinción. Parsifal, errabundo sin meta, culmina la historia con su melancólico regreso. Los demás héroes wagnerianos fracasan porque no saben, no pueden o no quieren ejercer sus privilegiados poderes: Wotan, El Holandés, Tannhäuser, Lohengrin, Sigfrido, Tristán. El único al cual le va bien es Walter, modesto en sus aspiraciones de ser admitido como maestro cantor, que se casa con Eva en una recatada ciudad pequeño-burguesa de provincias.
Es muy rico el campo de reflexión propuesto por la gran Varnay, que dio voz a todas estas chicas de la cantera Ricardón. Quede para otra ocasión el asunto de la diferencia sexual y el combate de sexos en el mundo imaginario wagneriano.