Los niños y la música
Habitualmente entendemos por música para niños una música pueril, hecha por personas adultas que juegan a recuperar la perdida infancia como si no la hubieran tenido nunca. La historieta nos propuso hace décadas un personaje de este perfil, Don Fulgencio. Entonces: a los niños hay que darles unas musiquitas que los entretengan mientras sean niños y luego las olviden para entrar en posesión de la Gran Música.
Esta iniciativa de la pianista Constanza Lechner (Infancia CZ 021) viene a proponernos todo lo contrario: un repertorio de piezas breves para el teclado, hechas por grandes maestros, con o sin inspiración infantil y que, además de habituar a los chicos a la buena música, les proporcionen una memoria de gusto musical para toda la vida. En efecto, cualquier adulto habituado a transitar por los mayores repertorios puede gustar de esta selección. No es música hecha a la manera de los nenitos aunque los nenitos podrán iniciarse en la música con ella.
Además, podemos descubrir a los grandes haciendo pequeñas formas. Así ambos Mozart, Bach, Beethoven, Haydn, Schubert, Grieg, de manera inopinada. Y con temática infantil: Debussy, Schumann, Prokofiev, Bartok, Katchaturian, Kabalevsky. En otro sentido, este puñado de obras es una suerte de minihistoria de la música, desde el final del Renacimiento, con Claude Daquin hasta nuestros días, los que vienen del siglo XX. Lechner las sirve con claridad didáctica sin renunciar a las exigencias de la interpretación, en una síntesis difícil de conseguir pero totalmente lograda.
Corresponde hacer justicia con la memoria de nuestro gusto musical. Seguimos amando lo que nos sedujo por primera vez, aquel disco de 78 rpm con la Marcha turca de Mozart o la cajita de música con el tintineo del Claro de luna de Debussy. Si formamos a nuestros nenes en esta prodigiosa costumbre humana que se llama melomanía, habremos cumplido con aquel justiciero deber.
Blas Matamoro