Glamour para Perséfone. 1: Dominique Blanc
Al comentar las representaciones de Iolanta y Perséfone, hermoso “programa doble” Chaikovski-Stravinski orquestado en el Teatro Real por Peter Sellars y Teodor Currentzis, hay cosas que se escapan por falta de espacio o por su especial carácter en relación con el todo. Algo así sucedió con la actuación de Dominique Blanc, la espléndida actriz francesa que daba vida a ese papel hierático, recitado sobre música y sobre danza, que es el de la muchacha-mujer, Perséfone, que inicia el misterio y nos invita a iniciarnos en él.
Dominique Blanc asume la vestimenta de Iolanta en la segunda parte del espectáculo, mientras que la otra voz de la obra de Stravinski, la del tenor Paul Groves en el papel de Eumolpo, asume la ceguera de la princesita chaikovskiana. Felizmente, Peter Sellars monta en estos momentos en que escribimos estas líneas las tomas que llevarán a una edición audiovisual de este espectáculo que, si tenía todo para ser inolvidable, ahora quedará además como testimonio artístico y como documento. Allí tendremos encerrada, como una princesa encantada, la hermosa manera de recitar de Dominique Blanc.
Las escuelas nacionales tienen su manera de recitar: ahí tienen a los británicos cuando recitan a los isabelinos, o a los franceses con Corneille o Racine. Ah, quisiéramos ver/oír a Dominique Blanc en Bérénice, en Fedra, en Ifigenia… Aquí, en nuestro país, podríamos quejarnos del desapego a nuestra herencia, que es riquísima en textos, porque al tiempo que hemos tratado de superar el amaneramiento (que, no vayan a creer, no está ausente en la Royal Shakespeare o en la Comédie) hemos perdido el hilo de cómo se hacía aquello. El agua sucia se escapó por el desagüe, pero también el niño. Es fácil recuperar esa tradición: el actor y el grupo han de saber el sentido de lo que se recita y poseer un mínimo de musicalidad. Apenas nada.
Dominique Blanc, diseuse y actriz cuyo recitado es musical en sugerencia, sigue en Perséfone la tradición de actrices-bailarinas como las que veremos en un artículo inmediato de estas bitácoras. Su dicción perfecta, su declamación, nos hace desear verla en esos cometidos, o acaso en el que pasea ahora por los teatros franceses, la protagonista de La douleur, de Marguerite duras. Un privilegio, oír su voz, mirar sus gestos.
Foto: Javier del Real / Teatro Real