El CNDM, una casa con la puerta abierta
Ya está claro: el día que Antonio Moral entró en el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) se dejó la puerta abierta. Para que el aire de sus estancias se refrescara y se contaminara con el que había afuera. Toda una sinfonía de intenciones. Moral ha presentado estos días los contenidos musicales de la temporada 2012/2013 y, con independencia de los nombres propios y los estilos convocados, insistimos, hay una brisa de libertad en ellos que todo el mundo agradece. La música no puede dar la espalda a la vida y desde hace tiempo en el CNDM se respira mucha vida.
En cuanto a jazz se refiere, la programación repite la exitosa fórmula empleada el año pasado, es decir, dar visibilidad a propuestas que desgraciada e incomprensiblemente no la tienen. Es cierto que hablando de dinero público sus gestores debieran tener esta máxima encima de sus cuadernos, pero no siempre ocurre así. Emplear el erario público en contar lo que otros no cuentan; ofrecer al ciudadano aquellas manifestaciones artísticas que no entran en los planes de los señoritos del latifundio musical más rancio y comercial; alcanzar acuerdos de colaboración con promotores y artistas para hacer duros de pesetas; distinguir y premiar a lo excelente por encima de lo mediocre; y humanizar y democratizar la cultura son, o debieran ser, premisas innegociables para cualquier profesional que administre nuestros dineros. Antonio Moral lo tiene claro.
Tras el excelente balance del I Ciclo de Jazz del CNDM, su segunda edición plantea un nuevo encuentro iluminado por el jazz y el flamenco, gracias a la comparecencia del pianista dominicano Michel Camilo y el “tocaor” almeriense Tomatito. No era fácil superar la propuesta firmada hace doce meses por Dave Holland y Pepe Habichuela, pero así ha sido, gracias nuevamente a la colaboración entre el CNDM y el Club de Música y Jazz San Juan Evangelista. En este su segundo año de vida el ciclo vuelve a echar mano de grupos e intérpretes que, aun contando con todos los predicamentos culturales e intelectuales, no suelen ser platos fijos en las mesas de los festivales del género. Nos referimos al pianista Vijay Iyer y el quinteto Atomic, que nos descubrirán las esencias del género a través de la imaginación desenfrenada, la improvisación más urgente y la belleza más pura.
También, al igual que en la temporada pasada, el ciclo nos descubrirá una nueva voz; si entonces fue la China Moses ahora será la de Malia, artistas las dos con un breve e intenso pasado jazzístico, pero no merecidamente conocido por la parroquia jazzística. Y sí, habrá jazz de neones, gracias al concurso de Chick Corea y su trío, que para eso se ha ganado merecidamente la etiqueta de leyenda.
Uno no es adivino, pero todo pinta a que volveremos a disfrutar de lo lindo con el jazz. En un templo de la música clásica. Y abierto a todos los públicos.
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