El artista, el idiota y la medalla
Foto histórica. Como tantas. Horowitz está encantado con la medalla. No sabe —o no le importa— que la medalla no es para él, sino para el sonriente cazurro que tiene detrás, presidente de cultura escasa, actor inferiocre, rodeado de lumbreras de la economía neoliberal, que no es ni neo ni liberal, sino antisistema. Y a fe que están logrando destruir el sistema.
Este tipo de gente odiaba tanto la cultura que sólo se acercaban a ella cuando ésta les daba brillo. Más brillo aún, no bastaba con los focos, las alfombras, las cámaras. Por eso, la medalla es para el idiota, no para el artista. Nada de acercarse a los liberales (Confusión de palabras: liberal, allí, significa rojazo, más o menos. Disculpen si uno se repite).
Horowitz no cabe en sí de gozo, y esa medalla le lleva tal vez a recordar sus hambres y sus sufrimientos allá en su juventud. El mejor pianista del siglo XX (¿era el mejor?, se admiten discrepancias) tiene detrás al peor presidente americano del mismo siglo. El nuevo siglo traerá inmediatamente otro idiota que le superará en esa marca: hay países en los que es necesario mostrar que eres lo bastante iletrado para no inspirar desconfianza en una parte decisiva del electorado. Seamos elitistas con la élite, no nos amedrentemos, sólo nos queda ese consuelo mientras se destruye gracias a ellos lo que tanto costó levantar.
Pero ahí lo tienen, el destructor de trama civil a fuerza a proclamar lo contrario: sonríe. Sonríe. Está encantado. Sabe que la medalla es para él. Mientras, su amiga del otro lado del mar (¿cómo es que está ausente en esta fiesta…?) destruye tanta trama civil que a punto ha estado su legado de romper el propio Reino Unido. Ha sido en estos días, ya saben a lo que me refiero. Mientras, en alguna capital sucia dedicada a pagar deudas por haber votado mal le dedican una calle. Los antisistema, los que están en el sistema.
Renuncien a la consabida reflexión sobre la relación del artista y el poder, por favor, fed up. No culpen a Horowitz. Él merecía todas las medallas. No importa que no todas las medallas le merecieran a él.