El arte de la comedia
Vemos en el Teatro Español de Madrid una de esas puestas en escena inolvidables que a veces nos regala este arte tan generoso, que en nuestro país está a menudo en manos mezquinas. Es una puesta de Carles Alfaro de El arte de la comedia, de Eduardo De Filippo, comedia de 1964 estrenada por el propio autor. El Teatro Español ha acogido esta producción del Teatro de La Abadía durante el mes de julio. Hasta final de mes tienen ustedes la oportunidad de regocijarse con ella.
El tema tiene su importancia, claro. Es una crítica política a través de la situación del teatro en un momento dado. Creo que los gestores de teatros públicos, en su habitual aunque no universal indignidad, no se dan por aludidos. Hoy día sabemos que la sátira no es peligrosa. Cuando Edoardo la estrenó muchos políticos italianos no lo sabían aún. Mas la sástira puede ser reconfortante. Sobre todo si se hace así de bien, con una dirección ágil como la de Alfaro, con interpretaciones excelentes, incluso milagrosas, como las de Enric Benavent o Pedro Casablanc, a los que podemos ver en la foto adjunta (foto Ros Ribas).
Eduardo De Filippo (1900-1984) fue sobre todo un hombre de teatro, actor, director, autor de gran inteligencia; pero también hizo cine, y hasta televisión, ya que su vida en el siglo XX le permitió llegar a la televisión. El arte de la comedia es una de esas piezas polifónicas, eso que algunos llaman obras corales, con inexactitud, porque lo coral es lo que se hace a la vez, pero la polifonía permite diversas voces diferenciadas. Así, esta docena de solistas en El arte de la comedia.
Si esta comedia se hubiera convertido en su día en musical, en ópera bufa, ¿quién tendría que haber compuesto la música? Nino Rota, sin duda.
Hacia 1950, se encuentran Eduardo De Filippo y Nino Rota (1911-1979). No digo que se conocen, es que se encuentran artísticamente. Rota compone la música para una película de Eduardo, que es adaptación de una comedia suya de éxito, Napoli milionaria. Y Nino vuelve a poner música a películas de Eduardo en los años siguientes: Filumena Marturano (1951), Ragazze da marito (1952), Marito e moglie(1952), Fortunella (1958, con Giulietta Masina y Alberto Sordi). Hay aquí un salto de años, y hasta 1965 no vuelven a colaborar. La última película que hacen juntos es Spara forte, più forte… non capisco (1967).
Una pequeña palabra sobre la película de 1965. Se trata de Oggi, domani e dopodomani (1965), film de tres episodios: L’ora di punta (Eduardo de Filippo, con Marcello Mastroianni y Virna Lisi),L’uomo dei 5 palloni (Marco Ferreri) y La moglie bionda (Luciano Salce, que actuó en el episodio de Eduardo). Rota compuso la música para el episodio L’ora di punta, claro está. Como indica José María Latorre en su excelente monografía sobre Nino Rota (Montesinos, 1989), esta película nunca se vio en España. Cosas de la censura, desde luego. Sin duda, esta película en tres episodios continúa la tradición de ese tipo de films, que no se agota aquí, aunque hoy ya se desconoce. Pero, además, es probable que se inspire en el ejemplo (sólo en el ejemplo) de una película algo anterior, Ieri, oggi, domani, en tres episodios dirigidos todos por Vittorio De Sica y protagonizados por Sophia Loren y Marcello Mastrionianni. El primer episodio (Adelina), que dura una hora, la mitad de la duración de toda la película, es obra de Eduardo de Filippo.
Entre Marito e moglie y Fortunella, Eduardo no filmó más que dos películas y cuarto (por decirlo así; una era un episodio de Los siete pecados capitales, film formado por siete pequeños films). Es decir, no es que de pronto Rota, por haber empezado a trabajar con Fellini y con Visconti, hubiera “traicionado” a Edoardo. Por otra parte, cuando éste estrena El arte de la comedia en teatro el cine empieza a serle algo esquivo. Es el momento dorado de los Visconti y los Fellini, el neorrealismo está en retirada.
Entre las obras no cinematográficas de Rota (numerosísimas) hay un título muy “de Eduardo”, pero que no tiene nada que ver con él. Es la ópera Un capello di paglia di Firenze (1955), basado en una pieza de Eugène Labiche y Marc Michel. Lástima que no compusiera la música de El arte de la comedia.