Despedida, bienvenida: ah, qué será…
Nos fuimos de vacaciones. Con cierta tranquilidad.
El caso es que las cosas cambian aquí. En esta casa.
Quiero decirle adiós a Luis Suñén y a Cristina García Ramos,que han sido puntales de Scherzo.
Hemos capeado el temporal juntos.
El temporal, no. La galerna, el tifón.
(Sí: digamos juntos.)
La economía, tonto. (Frase que se ha convertido en lugar común, cuando tiene un sentido importante si no lo tomamos como totalidad o al pie de la letra). Nuestra economía, tonto.
Hemos toreado unos morlacos terribles. No me gustan los toros, nunca voy, pero mi idioma está lleno de referencias taurinas (ajenas a la tortura a animales en fiestas pueblerinas). No me gustan los toros, tampoco el filisteísmo antitaurino, con su superioridad moral y su proclividad al enfado y la indignación impostados. No sé si tuve mano izquierda, Luis, creo que no es lo mío. No sé torear, de manera que es mejor lo que he hecho hasta ahora,dedicarme a otros menesteres dentro de la lidia. Respetables, creo.
Quiero darle la bienvenida a Juan Lucas, el deseado.
Ay, Juan, aquí unos socios que han envejecido. Trátalos bien, no se han enriquecido con este “negocio”, no era ese su objetivo. Todos viven de otra cosa. Ya sé que no es tu natural, pero no entres con arrogancia. Algunos han envejecido para bien, y no quiero señalarme, porque nunca se sabe lo que te reserva el destino o el wahabista de turno.
Nos íbamos de vacaciones y mientras veíamos unos inolvidables Puritani, el indeseable de turno, emulador de santos, siembra la muerte en Niza. Días antes, Bagdad,Homs, Estambul. Pagamos el wahabismo con dinero contante y sonante. Y ellos lo devuelven haciéndole gratis la campaña al Frente Nacional. Esto es, matando gente indiscriminadamente. Los días siguientes continuaron así.
Dejamos un verano incierto, sin gobierno, al tiempo que Scherzo se las promete, si no felices, al menos con garantías. Cumplimos treinta y un años. Hace seis, celebrábamos los veinticinco, con concierto y encargo musical a Josep Soler. Tenemos la intención de celebrar los 33. Ah, qué edad, casi la edad perfecta, según Garcilaso, que la cifró en los treinta y cinco, uno menos de los que llegó a vivir.
Un abrazo, Cristina, Luis. Os dejo un enlace; fijaos, por favor, en ese punto en que Chico Buarque canta, creo que junto con Milton do Nascimento, años después de que sirviera como apertura y como cierre de una preciosa película de Bruno Barreto, Doña Flor y sus dos maridos, que antes fue novela de Jorge Amado, ¡ay, Salvador de Bahía!):
O que não tem governo
Nem nunca terá!
O que não tem vergonha
Nem nunca terá!
O que não tem juízo
Sobre todo, lo de que “não tem governo”. No sé si lo tendremos cuando se suban estas líneas.
Sí, ya sé… Chico Buarque se refería a otra cosa. Pero, en fin, ahora han terminado los juegos olímpicos en su tierra.