Cuplé y copla: la Chica del diecisiete y Luis Candelas
“¿De dónde saca / pa tanto como destaca?”
Así rezaba un viejo cuplé, La chica del diecisiete, chavala que debía de ser vecina mía, por eso que dice de la plazuela de Tribulete. En su Urfassung se ve que la cantó Teresa Manzano al final de los años 20, cuando decaía el cuplé en beneficio de la copla y la dictadura en beneficio de la dictablanda. Cuando éramos chicos los de mi quinta la cantaba Lilian de Celis. Y ya mayores los de la quinta la cantaba, en la Palma y en un LP, la entrañable Olga Ramos. También la cantó Lina Morgan, y la cantó Marujita Díaz, y la cantaron otras muchas voces femeninas con su gracia y su mala intención.
Y es que la letra, y en especial esos dos versos, dan en el clavo. Uno de los aspectos que nos hace sospechar sobre la moralidad de los signos externos de consumo y el nivel de vida de alguien o de un grupo familiar, social, ya saben, es eso: de dónde demonios lo sacan. Y ahí es donde puede encontrarse el hilito que te lleve a la madeja, esto es, al lío. Pero la policía y los jueces, cuando se encuentran ante un hilo, una madeja o una maraña, tienen que atarse los machos: paciencia, investigación, vigilancia, pruebas. Pero el chantajista, no. El chantajista cuenta con varios puntos a su favor, y en contra de la víctima (si es que es víctima y no presa propiciatoria de chantajistas). Uno de ellos es el rencor de la masa despiadada, generalmente ineducada en tradiciones ancestrales y patrias: creen, o quieren creer, que el chantajista, el extorsionador, es un defensor de “los de abajo”, como si les preocupara lo que le pasa a “los de abajo”; y que cuando pescan a los héroes en plena faena es que son víctimas (ahora, ellos) de una conspiración: De risa me escacho, diría aquel divertido y perspicaz personaje femenino de La hija del capitán, de Valle.
Y a continuación me digo aquello de “tiemblo después de haber reído”, porque ese fenómeno de pureza es el que da lugar a que se jalee a tanta gentuza en tantos países de tantos gremios, sea política, banca, confesión o actividades de corte artístico. Tanto vociferante vitoreando a la ladronzuela de las tonadillas, a la hija del torturador del Hexágono, al banquero que te lleva a la ruina o se embolsa por lo legal un fondo de pensiones que “pa qué un paraíso fiscal, oye”, al gemelo nacional-católico superviviente, animando al político gamberro-irresponsable, ese que te lleva al desastre aquí, en Cataluña o en Perú, ese tan habitual desde las últimas elecciones de Weimar hasta las actuales primarias del Tea-Party, antes llamado Partido Republicano. En fin, al último don nadie que te halaga el espinazo con su demagogia porque me toma por gilipollas; o porque sabe que lo soy.
Hasta que se demuestra que eran unos bandidos. Incluso aunque se demuestre. Lo narré a mi manera en un pasaje onírico de un libro que anda por ahí, y en el que al ladrón le gritaban sus compatriotas con camisa azul y gafas negras: olé tus cojones.
Si empezábamos con el cuplé, terminemos con la copla, aquella en la que una muchacha anhelante esperaba que la robara el bandido más conocido de la villa y corte: “Decidle que es un canalla, decidle que es un ladrón, y que he dejado que robe con gusto mi corazón”. “Estoy en vela, estoy vela, para ver si me roba, ay, mi Luis Candelas”. Era de Rafael de León, menuda cabeza inspirada, no la había igual. La música era del maestro Quiroga. Cantaba Mari Paz, voz preciosa, con toque muy infantil; preciosa era también su cara. Tuvo, ay, una carrera truncada.
Lilian de Celis: la chica del 17
https://www.youtube.com/watch?v=9l-F2qgpUE8
Mari Paz: Debajo de la capa de Luis Candelas
http://lyricstranslate.com/es/mary-paz-debajo-de-la-capa-de-luis-candelas-lyrics.html