Charlie Hebdo: Música celestial, música infernal
Música celestial: la que escuchábamos el martes trece a Pierre-Laurent Aimard, El clave bien temperado, primer libro, en nuestro ciclo de Grandes intérpretes. Fue el éxtasis. No necesariamente el de la Teresa de Bernini. Un éxtasis, porque tocó como un ángel.
Música infernal: veamos cuál.
Recuerdo un dibujo de El Roto. En primer término, una mujer; al fondo, un hombre con chilaba. Cito de memoria: “nos acabamos de librar de los de la sotana y llegan los de la chilaba”. No es humor, claro está. El Roto es luminoso, pero lo suyo no son chistes.
En los tiempos en que se edificaba con eficacia la sociedad terrorista vascongada, El Roto dibujó un rótulo: “Ikastola. Prohibido hablar castellano y pensar en cualquier idioma”. Tuvo que disculparse, creo recordar, qué cosas. Y sin embargo, ahí está, persiste, la sociedad terrorista. La que definió el marxista Henri Lefebvre hace años. Pero Lefebvre se refería a Estados Unidos, a las comunidades lejanas y ajenas al espíritu de las grandes ciudades del país. Así que, siendo en Estados Unidos, no había por qué preocuparse. En la URSS y en España, no hace falta insistir, el terrorista era la administración, el estado. Era hacia 1970.
El atentado contra Charlie Hebdo y la tienda kosher forma parte del intento de construir un terror en la sociedad, a sabiendas de que no podrán imponer una sociedad terrorista. Pueden desgarrarla, y ahí está el FN dispuesto a ello. Es la alcabala de la sociedad abierta ante sus enemigos, según el título de Popper, pero Popper se refería a Platón, a Hegel, a Marx por su uso de la historia para justificar el totalitarismo. El historicismo era una de las bestias negras de Popper, como ya demostró su opúsculo La miseria del historicismo. Ahora, los enemigos de la sociedad abierta utilizan las balas y en ocasiones la historia. Puesto que Francia fue un país colonial, hay que matar a Wolinski, que con sus dibujos sigue la estela imperialista de su nación. Caramba.
Esto, que se pretende música celestial (esos tres mártires estarán disfrutando acaso ya de su merecida recompensa, sus huríes, todo eso), es más bien música infernal. El infierno en este mundo para los que son de otra identidad. Para los infieles. Para los herederos del imperialismo. En realidad, se trata de luchar contra la sociedad abierta, que tanto ha costado abrir. La sociedad abierta es en este caso la francesa, abierta de par en par si la comparamos con otras. Puede tratarse de una sociedad entreabierta, como la española, para que no se abra del todo; sociedad alegre, chillona, de pautas sicilianas en el sentido que decía el siciliano Leonardo Sciascia. La historia,siempre inventada porque el pasado es imprevisible y admite modificaciones, no sería más que un pretexto para matar a los burlones redactores de Charlie Hebdo.La ofensa. La herida del pasado. La socialización del sufrimiento, lo llamaron algunos en otro contexto y muchos más muertos. “El único deber que tenemos para con la historia es reescribirla” (Oscar Wilde). Mientras, no lo olvidemos, en Oriente Medio son sobre todo musulmanes los que matan musulmanes. Como a Ahmed Merabet, el policía, en París. Un traidor, para ellos. Un taghout, como en Argelia llaman los islamistas a los policías y militares a los que hay que abatir. Lean Lo que sueñan los lobos, de Yasmina Khadra, libro que tuve oportunidad de traducir para Alianza, para que ver ese concepto; y, sobre todo, para que leer lo que piensa de esta tropa sanguinaria un musulmán como ese autor con nombre femenino. En cuanto al ataque criminal a los judíos del supermercado, cuatro asesinados, eso parece estar en muy segundo plano. ¿Por qué? Porque el antisemitismo se transforma, pero no se extingue. Y el antisemitismo no es simple racismo, es otra cosa, es otro espanto. Bueno, esto merecería un examen. De conciencia, claro.
Música infernal. Ni Requiem ni Elegía. Infierno.
Y a partir de ahora, ¿qué? Puede pasar de todo, desde la victoria latente de esos criminales financiados por el petróleo saudí y en nombre de una secta religiosa que Houellebecq ya calificó como merece; hasta la retirada, siquiera parcial, de ese terrorismo subvencionado, por victoria de la sociedad abierta. O, como prevén algunos para un futuro acaso no muy lejano: la expulsión de los moriscos de Europa, regresa el siglo XVII. Pero si el pasado era imprevisible, recordemos lo que decía un personaje de Oscar Wilde: “Todo es difícil de prever; especialmente, el futuro”. Esto sería una manera irónica, incluso bromista, de darle la razón a Popper.
Habrá que renunciar a ciertas utopías; esas mismas que, todo sea dicho, en su día no convencían demasiado a la peña. El paraíso, ahora. Una vieja obra anarquista del Living Theatre. “Queremos la revolución, ahora”. Un grito de los locos del Marat-Sade. Suenan lo mismo.
Mientras tanto, la música infernal.
Y la música ridícula: una diputada noruega acusando a las mujeres de su país de provocar a los musulmanes (desmentida); una periodista alquilada comparando la masacre de Charlie con la actitud del gobierno español con los pobres sometidos de su pueblo (confirmada).
Recuerdo otro dibujo del Roto, éste muy reciente. Un saltamontes, creo que era. Y decía: “tengo un blog, me van a oir esos”.
Este comentario sería, entonces, musiquilla celestial.