Cantar a Wagner
En Die Zeit del pasado 3 de enero, Moritz von Uslar publica una entrevista con el tenor Jonas Kaufmann a propósito del canto wagneriano. El más que ilustre cantante hace unas precisiones inconvencionales pero muy razonadas y convincentes sobre el tema, que vale tener en cuenta dado que estamos en un año probablemente selvático de wagnerismos.
¿Es Wagner un compositor alemán intraducible? Kaufmann observa que existe una zona de su obra que pasa con levedad al mundo de la sensibilidad latina. Ya Verdi señaló a Lohengrin –suprema creación de Kaufmann, como es bien sabido– como “su” Wagner y don Jonas subraya: cantada en italiano, esta ópera romántica (sic Wagner) se torna una ópera italiana. Cae, así, el tópico de que el alemán es un idioma de fuertes consonantes, que han de ser escupidas por los intérpretes. No es ésta la opinión kaufmanniana: las consonantes alemanas se han de pronunciar con la misma suavidad que las vocales latinas. Algo similar en cuanto a los reguladores de volumen, disciplina en la que Kaufmann es un auténtico virtuoso. A Wagner hay que cantarlo desde el piano y aun desde el pianissimo y no, como puede pensarse, desde la ferocidad heroica del forte. Este sonará más y mejor cuanto más susurrado sea su extremo opuesto.
Entonces ¿dónde va a parar el proverbial canto heroico wagneriano? Lo que define al Heldentenor según el tenor alemán no es la agresividad bélica de su canto sino su tesitura. Por arriba, llega al la natural y prescinde del tópico do del tenorismo romántico. Lo que define su vocalidad es ser una suerte de barítono sobreagudo, si se admite la categoría, y así cabe recordar al emblema de los tenores heroicos, el danés Lauritz Melchior, con su oscuridad, su anchura y también la flexibilidad de su emisión, que le permitía toda suerte de momentos líricos en pleno wagnérico fragor. También cantó el Otelo verdiano. Por lo visto, cruzar la frontera no le costó demasiado y Kaufmann vuelve a tener razón.