Brassens, 30 años
El pasado 29 de octubre hizo treinta años que se fue de este mundo alguien que se burló bastante de sus pompas y sus obras: Georges Brassens. Sólo tenía sesenta años, los acababa de cumplir la semana anterior. No es una edad para morirse, maldita sea, y menos alguien que todavía podía haber seguido cantando cosas hermosas, como él. Cuando murió, Françoise Boucherie y un servidor de ustedes le dedicamos una amplia memoria en la revista Reseña. Era un homenaje, admiración y cariño al mismo tiempo. Ese cariño que sientes por alguien que no conoces pero que te ha dado algo importante en tu vida, algo que es estético, que es ético, que es de esas cosas que han merecido la pena en tu vida.
Pues bien, la muerte era uno de sus temas favoritos. Veamos. Siempre me gustó mucho su canción Les quat’z’arts. La recordamos hace siete años, cuando murió nuestro muy querido amigo Gian Castelli. La tradujimos entonces, y no era tarea sencilla, no sólo por dificultades, sino porque al verter uno aquello al castellano le daba la impresión de que traicionaba a Brassens. Además, el propio Castelli era un traductor muy reputado: ¿qué habría dicho de lo que perpetrábamos ahí?
En fin, en memoria de Brassens y en memoria de Gian Castelli, dejamos aquí la versión aquella que leímos con motivo de la muerte de este amigo. Volveremos con Brassens, su mundo fue demasiado grande para despacharlo en un recuerdo así de breve. Atención a una pequeña coincidencia: Les quat’z’arts podría traducirse, sin forzarlo demasiado, como Círculo de Bellas Artes; y ambos tienen su baile y sus disfraces, entre otras actividades. Fue en el Círculo donde despedimos a Castelli en 2004.
LES QUAT’Z’ARTS
Versión aproximada
Los amiguetes afligidos, las amiguitas llorosas,
El pijama de madera oculto bajo las flores,
Todo el mundo provisto con su terno de luto.
La farsa estaba muy bien, valía la pena verla.
Los quat’z’arts han hecho las cosas como es debido:
El entierro parecía oficial. ¡Bravo!
El muerto no cantaba: “Me sé la manera de dar la lata a cualquiera”.
Y se tomaba su muerte en serio por esta vez.
Los tipos encargados del levantamiento del cadáver
Tampoco cantaban “A San Eloy se le vuelve a levantar”.
Los quat’z’arts han hecho las cosas como es debido:
El macabeo parecía completamente muerto. ¡Bravo!
No eran de ninguna manera chicas con tutú
Con culo de cabaretera y con sombreros en punta
Las damas elegidas para llevar las cintas del féretro.
Y nadie les gritaba: “En pelotas, en pelotas”.
Los quat’z’arts han hecho las cosas como es debido:
Las plañideras lloraban de verdad. ¡Bravo!
El cura no llevaba un hisopo de mentiras,
Uno de esos hisopos en forma de falo,
Y cuando salía con aquello de De Profundis
El monaguillo no le respondía con lo de las ladillas.
Los quat’z’arts han hecho las cosas como es debido:
El cura no era de Camaret. ¡Bravo!
Bajaron el ataúd, y me llevé un buen chasco.
La broma, caramba, empezaba a ser de mal gusto.
Porque el muerto se dejó echar la tierra encima
Sin levantar la tapa gritando: Cucú.
Los quat’z’arts han hecho las cosas como es debido:
El féretro no tenía doble fondo. ¡Bravo!
Una vez todo consumado, les dije: “Caballeros,
Ahora nos vamos de putas”.
Entonces me miraron con ojos apenados
Y me abrazaron de una manera un poco rara.
Los quat’z’arts han hecho las cosas como es debido:
La compasión parecía salirles del corazón. ¡Bravo!
Cuando salí de aquel huerto de nabos
La sombra del yace aquí me seguía los pasos.
Una crucecita de lo más chiquitajo
Daba ella sola una sombra muy larga.
Los quat’z’arts han hecho las cosas como es debido:
Los aparecidos también se unían a la fiesta. ¡Bravo!
Me di cuenta de mi equivocación un poco más tarde
Cuando me encendí la pipa con el recordatorio
Y advertí que mi nombre, como el de un burguesazo,
Aparecía en la lista en lugar destacado.
Los quat’z’arts han hecho las cosas como es debido:
Era yo el pariente más cercano del difunto. ¡Bravo!
Adiós las falsas tibias, los cráneos de cartón…
Se acabaron las marchas fúnebres al son de mirlitones.
Al gran baile de los quat’z’arts ya no iremos a bailar,
Los entierros auténticos acaban de empezar.
Ya no iremos a bailar al gran baile de los quat’z’arts
Venga, abuelete, vamos a encargarnos ya los coches fúnebres.