Altri tempi
El anunciado estreno mundial de Brokeback Mountain, la ópera de Charles Wuorinen, que ha ocurrido en Madrid, no ha despertado mayores rechazos ni por su temática infrecuente ni por su tratamiento musical, pero tampoco ha entusiasmado a nadie. Creo que se trata de una propuesta estética radicalmente fallida aunque servida con una dignidad profesional y una solidez técnica muy encomiables.
No quiero juzgar la obra sino tirar de un par de hilos que surgen de su tejido. Uno es preguntarnos cómo fue posible, en altri tempi, que músicos como Verdi, Donizetti, Meyerbeer y Puccini consiguieran componer obras maestras a partir de melodramas perfectamente infumables. En efecto ¿quién es hoy capaz de digerir sin peligro irreversible para su salud, los dramones de Dumas hijo, Scribe, Sardou o Victor Hugo? El otro es el inverso: ¿por qué un relato admirablemente servido en cine por un gran narrador como el director Ang Lee, se convierte en un aparato escénico inerte de cabeza a pies?
Podríamos adjudicar el fenómeno al misterio, que siempre explica todo sin discurrir sobre nada. Se puede concluir que las épocas estéticas tienen un desarrollo azaroso y que los genios y los talentos crecen aquí y allá, como plantas raras y dispersas por espacios y fechas. Me niego a hacerlo. Al contrario, creo que una de las causas por las que la ópera se ha debilitado y empalidecido en lo creativo se debe a un hecho técnico: no hay libretistas de ópera, especialistas que no sean escritores de novelas o de teatro hablado metidos a guionistas del canto a grito pelado.
Aparte de este inciso hay otro y es la escasa proyección que el atonalismo tiene en sede operística. De los tres grandes de la Escuela vienesa, Webern jamás compuso una ópera, Alban Berg hizo una obra maestra y, al igual que Schönberg, dejó inconclusa otra tarea mayor. O sea que del trío llegó a buen fin quien menos obedeció a los postulados escolares. Dicho salvajemente: el atonalismo no sirve ni para una obra de gran tamaño ni para la expresividad dramática que la ópera exige. Una sucesión indeterminada de tensiones acaba por eliminar toda tensión, justamente, por su falta de cadencia que distienda y permita distinguir dialécticamente una cosa y la contraria.
Para otro día quede considerar nuevamente el fenómeno Menotti: musicalmente, un ecléctico y en cuanto a libretos, un especialistas él mismo. Volvió a altri tempi. ¿Cabe recordar también el caso Wagner? Bien, pues a hacer memoria.
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donde se puede ver el vídeo
completo de Brokeback Mountain.