BARCELONA / Una polémica y fallida ‘Tosca’ abre el año en el Liceu
Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 4 y 14-I-2023. Puccini: Tosca. Maria Agresta/Monica Zanetti, Michael Fabiano/Vittorio Grigolo, Zeljko Lucic/George Gagnidze, Felipe Bou, Jonathan Lemalu, Moisés Marín, Manel Esteve, Milan Perisic, Hugo Bolívar. Director musical: Henrik Nánási/Giacomo Sagripanti. Director escénica y vestuario: Rafael F. Villalobos.
El Liceu, que despidió el 2022 con un memorable Tríptico, ha abierto el nuevo año con otra magistral obra de Giacomo Puccini, Tosca, en un montaje firmado escénicamente por Rafael F. Villalobos y musicalmente por Henrik Nánási. No hubo suerte. La polémica y fallida lectura del director de escena sevillano recibió un monumental abucheo en su estreno; curiosamente, todo fueron aplausos en la función del día 14, con otros solistas y Giacomo Sagripanti en el foso. El director italiano se ha hecho cargo de la mitad de las funciones ante los problemas de Nánási, quien, con un brazo lesionado por una caída, fracasó estrepitosamente con una lectura irregular, desequilibrada, pasada de decibelios y muy aburrida.
Con Sagripanti en el foso, la respuesta de la orquesta del Liceu fue mucho más precisa, brillante e intensa. Bajo su clara dirección, la fuerza y la tensión dramática de Puccini cobraron mayor relieve y los cantantes contaron con un acompañamiento mucho más cuidado y flexible.
Tampoco hubo mucha suerte con los solistas. Maria Agresta, absolutamente desbordada por la exigencia dramática de Floria Tosca, intentó salvar el personaje en los momentos más líricos con una articulación limpia y acentos bien calibrados, pero cantó tan al límite de sus recursos vocales —agudos destemplados, cuando no gritados, emisión y fraseo irregular— que hasta su Vissi d’arte fue irrelevante. Por su parte, Zeljko Lucic decepcionó con un Scarpia de voz gastada, canto rudo y desafinado, escaso volumen, sin el carisma dramático que exige el papel. Sin ser un Cavaradossi para tirar cohetes, el tenor Michael Fabiano fue el mejor del reparto, con un canto generoso y cálido, aunque abusó del falsete tanto en la célebre romanza del tercer acto como en su dúo final.
En la función del día 14, Monica Zanetti asumió el papel de Tosca con una voz lírica de gran belleza, de volumen más bien escaso, y buen gusto en el fraseo. Muy superior, también como actriz, y con detalles de exquisita musicalidad. Muy apasionado el Cavaradossi de Vittorio Grigolo, pero, al igual que Fabiano, con un estilo muy mejorable y, lo que es peor, con un fraseo poco elegante, trufado de tics lacrimógenos y escasa musicalidad. Como actor, es sencillamente insoportable. Georg Gagnidze fue un Scarpia con más empaque y homogeneidad vocal que Lucic, aunque corto de volumen.
Discreto Felip Bou como Angelotti; correctos Jonathan Lemalu (Sagrestano) y Moisés Marín (Spoletta); absolutamente modélico el Sciarrone de Manel Esteve; muy atractivo el pastor a cargo del contratenor Hugo Bolívar y bien Milan Perisic como carcelero.
Penosa resultó la decisión de Villalobos de situar al coro fuera de escena, en un lateral tras el telón cortafuegos y pésimamente amplificado. Se cargó literalmente el impresionante Te Deum, una joya pucciniana en la construcción de un clímax dramático que perdió toda su brillantez en esta ocasión.
La propuesta escénica es un fallido intento de introducir la figura del cineasta, poeta y activista político Pier Paolo Pasolini en la acción del drama de Sardou como otro ejemplo de la persecución y asesinato de un artista libertario a manos del poder político y religioso, un alter ego del pintor Mario Cavaradossi. Y aprovechando el sadismo y la crueldad de Scarpia, usa como referente en la acción escénica el universo visual de Saló o los 120 días de Sodoma. Antes del inicio del segundo acto, pone en escena la última noche de Pasolini (muy discreto el actor Marc Machín) en su fatal encuentro con el ‘chapero’ Pino Pelosi (Hugo Bolívar), que confesó haberlo matado, aunque el asesinato del cineasta italiano en la playa de Ostia en 1975 sigue siendo un caso sin esclarecer.
Es una escena corta, con un monólogo inicial del artista, muy mal interpretado, y el fatídico encuentro, con la canción Love in Portofino como banda sonora. En la función del estreno, un sector del público impidió el desarrollo de esta escena con gritos, abucheos y descalificaciones. Una actitud al menos irrespetuosa hacia los actores y el resto de espectadores; podían haber mostrado su desaprobación al final de la breve escena de forma contundente y dejar al resto del público presenciar el espectáculo. Curiosamente, el día 14 toda esta escena transcurrió sin el más mínimo incidente ni muestras de desaprobación.
El montaje, estrenado en La Monnaie de Bruselas en 2021 y que llegará a la Maestranza de Sevilla el próximo mes de junio, cuenta con una eficaz escenografía giratoria de Emmanuele Sinisi, estupenda iluminación de Felipe Ramos e impresionantes pinturas de Santiago Yáñez.
Xavier Parera
(Fotos: A. Bofill – Liceu)