BARCELONA / Estimulante Séptima de Beethoven con Eschenbach y la Franz Schubert Filharmonia
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 5-III-2024. Franz Schubert Filarmonia. Director: Christoph Eschenbach. Obras de Fine, Mozart y Beethoven.
En el éxito de Christoph Eschenbach en su debut con la Franz Schubert Filharmonia pesa tanto la experiencia y el buen oficio del octogenario director y pianista alemán como el entusiasmo y la disciplina de la formación tarraconense, fundada y liderada por el director catalán Tomàs Grau. Eschenbach, nuevo titular de la Filarmónica de Wocraw (Breslavia), su ciudad natal en la Polonia ocupada por los nazis, es un músico de amplia y solvente trayectoria –ha sido titular de la Orquesta de Filadelfia, la Nacional de Washington o la NDR de Hamburgo– que lleva años colaborando con las principales orquestas españolas, no siempre con el éxito esperado. En su primera cita con la Franz Schubert Filharmonia, cabe hablar de éxito, pero con matices.
De entrada, en lugar de la prevista obertura de Egmont, de Ludwig van Beethoven, abrió el programa el estreno mundial del Concierto para flauta y orquesta nº 2 ¿Te acuerdas? del clarinetista, compositor y productor neoyorquino Michael Fine. El título, dedicado a su mujer, evoca el recuerdo de una vacaciones en Andalucía a lo largo de tres movimientos: Il sole refleja sus impresiones tras un paseo por la Alhambra; el segundo, La Luna (Andante languido) es el más conseguido en su poética atmósfera nocturna, y el final Le Stelle es, en palabras del compositor, “una danza de luces estrelladas y sueños, que acaba con una madrugada rápida y feliz”. De corta duración y orquestación algo artificiosa, la partitura fue un vehículo de exhibición para el solista de la velada, el flautista griego Stathis Karapanos, invitado para la ocasión por el propio Eschenbach. Fine, que ha escrito muchas obras para flauta y clarinete, apuesta por el eclecticismo en una partitura de trazos impresionistas y cinematográficos no siempre bien engarzados, pero sincera en su sentido melódico y poético. Eschenbach fue directo al grano con un flexible y cuidado acompañamiento.
El sonido luminoso, la musicalidad y el virtuosismo técnico de Karapanos dieron vida con más matices y transparencia sonora al galante Concierto para flauta y arpa en do mayor KV299, de Wolfgang Amadeus Mozart, en el que también se lució con creces el arpista murciano José Antonio Domené. La elegancia en el fraseo, la claridad en la articulación, la precisión y la musicalidad de los solistas dieron cartas de nobleza a un Mozart de vuelo melódico y juego rítmico que tuvo sus mejores logros en un Andantino encantador. Eschenbach, que dirigía por primera vez la partitura mozartiana, les acompañó con artesanal oficio; tras los aplausos, disfrutó desde un lateral del escenario la propina que ofrecieron Karapanos y Domenè, una extraordinaria versión del Entr’acte de Jacques Ibert.
El mejor Eschenbach emergió en el plato fuerte del programa, la Sinfonía nº 7 en la mayor, op. 92, un Beethoven mayúsculo que el veterano maestro alemán dirigió con pulso firme, gesto algo difuso y especial atención a las gradaciones dinámicas y el impulso rítmico. Una lectura analítica, bien trazada y muy estimulante gracias a la entrega plena y la concentración de los músicos de la Franz Schubert Filharmonia. Da gusto verles en acción, disfrutando el placer de hacer música, inspirados por el dominio de la partitura y la serenidad y riqueza en los matices de este gran músico.
Javier Pérez Senz